Lazarillo
Habida cuenta lo que el profesor Juan Carlos Monedero ha tenido que soportar por parte de la mayoría de los medios de comunicación, cuando estaba comprometido y cuando no con el proyecto político que cofundó hace una década, no le extraña a este Lazarillo el silencio con el que está siendo acogido, en el año de su edición en Méjico, su último libro de casi seiscientas páginas, sobre el que le he preguntado recientemente y que, según su autor, ha sido la obra más vendida en la Feria del Libro del Zócalo de Méjico. Ese silencio, que en el país iberoamericano ha sido expectación -según se aprecia en el vídeo-, aún me duele más en Canal Red, que tan a fondo sigue la actualidad América Latina. Es de esperar que cuando se sucedan las presentaciones en España -alguna ya se hizo-, el autor y su obra merezcan también un reconocimiento y buena acogida. De momento ahí va una breve reseña de lo que trata Política para indiferentes. El desgobierno de las palabras, editado por el Fondo del Cultura Económica de Méjico y de suma utilidad para que el estigma del escepticismo o la indiferencia hacia la política con mayúscula no crezcan por hartazgo de los mediocres politicastros al uso y abuso. Me pregunto por qué ha tenido o querido el profesor Monedero publicar su libro (una suerte de resumen y actualización de las cosas que he hecho) en aquella querida y desde hace seis años por fin esperanzada república:
"Seamos conscientes o no, nos construyen nuestros enemigos, que es lo mismo que decir que la sociedad siempre está en conflicto. Hace más de una década, las señales del agotamiento del modelo neoliberal ya estaban presentes, sin embargo, no quisimos verlas. Este libro nos muestra cómo, cuando cortamos todas las raíces que nos atan a nuestros principios morales, cercenamos nuestra propia humanidad. Y entonces, en nuestro desgobierno de las palabras tenemos que escribir nuevas voces en el diccionario, como ecoansiedad o futurofobia. Al no acertar en señalar como enemigos al hambre, la pobreza, la enfermedad, la explotación, la opresión, la desigualdad, el destrozo medioambiental, la guerra y la violencia, se convierten en enemigos la igualdad, la libertad, la fraternidad, la paz, la sostenibilidad, el internacionalismo y la esperanza. Y las palabras, robado el diccionario por quienes defienden lo individual frente a lo colectivo, es decir, el mercado frente al Estado, no vienen a ayudarnos a ponerle nombre a tanto desgobierno. Frente a soluciones individuales, esta suerte de antimanual es una propuesta de "autoayuda colectiva" como introducción a la política con mayúsculas, aquella que, en tiempos de mudanza, sirve al desarrollo virtuoso de la comunidad frente a la que se expresa de manera degenerada en la oligarquía de unos pocos o la demagogia de muchos".
DdA, XX/5.830
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