jueves, 21 de noviembre de 2024

EL TESTAMENTO DE FRANCO Y LA MENTIRA DE ESTA DEMOCRACIA



Félix Población

Como ocurre a menudo, cuando mi colega Remedios Palomo rescata algún documento hemerográfico, hay que prestarle atención de inmediato, tanto al documento como a su comentario. Del titular de esta primera página del diario vespertino Informaciones, el más progre antes de la salida meses después del diario El País (marzo de 1976), hago una similar interpretación a la escrita concisamente por Remedios. Pasados casi cincuenta años, se le debería reconocer a quien tituló así la noticia del fallecimiento del dictador todo su acierto histórico. Probablemente fuera el director del rotativo, Jesús de la Serna (1926-2013), que cuatro años después pasaría a desempeñar el cargo de asesor de publicaciones del Grupo Prisa, antes de ser nombrado subdirector de El País en 1981. El acierto del titular radica en que,  después del apoyo que por parte de una mayoría de la sociedad recibió el  anciano general en vida,  nadie lo tuvo tanto como su inviolable sucesor en la Jefatura del Estado, hasta que su último tránsito como depositario de la corona borbónica acabó con una bochornosa huida a Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, después de incurrir en una serie de delitos fiscales. Queda por constatar documentalmente el papel que jugó el rey huido en el intento de golpe de Estado del 23F, a falta de desclasificar los papeles al respecto y una vez revelados los significativos audios grabados en grata compaña con su querida vedete Bárbara, y que -presumo-han obligado a Juan Carlos de Borbón a retrasar en Francia las memorias que alguien le escribió para su honra y prez. Lo que dice mi estimada Remedios a propósito del titular del periódico de la calle de San Roque, cuyo suplemento de las Artes y las Letras en papel amarillo solía leer todos los viernes, es lo que sigue: La mentira fundacional de la democracia. Y no lo digo sólo por el espectáculo de la monarquía y sus fans, sean quienes sean y vengan de donde vengan, en Valencia.(Mentira o bulo, como más os guste). El de Juan Carlos I fue un reinado que acabó como acabó, siguiendo anteriores ejemplos de la dinastía. El de Felipe VI es por ahora una incógnita. Lo que sí sabemos es que, como su progenitor, también es apoyado y respetado, además de inviolable, lo cual no es ninguna garantía de demócrata ni de que a la vejez tome igualmente y por la misma causa el camino de su padre.

DdA, XX/5.829

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