Pienso que con idéntica (o mayor) crudeza a la perspectiva contradicción capital/trabajo, la confrontación entre la tenencia de activos inmobiliarios o la desposesión de los mismos será una de las expresiones del conflicto de clase en lo inmediato. El problema es que la crisis financiera de 2008 y los avatares de la pandemia de 2020 han reconfigurado un nuevo mapa en el que los fondos de inversión y los capitales extranjeros han tomado posiciones en el mercado inmobiliario propiciando aumentos desorbitados de los alquileres. Pero este libro demuestra en su tesis que gran parte del mercado, desde el punto de vista de la oferta, está en manos de particulares, pertenecientes a las clases medias, no necesariamente oligárquicas, que configuran, una democracia de propietarios, un capitalismo popular en el sentido thatcheriano. Y eso significa que la legítima aspiración a una vivienda digna, el derecho a la vivienda del artículo 47 de la Constitución, choca de frente no sólo contra los lobbies del gran capital financiero, propietarios cada vez de una mayor parque inmobiliario, sino con enormes capas de la población que defienden su "derecho" a la especulación inmobiliaria y a que no bajen los valores de este mercado. Sólo la política puede tener la llave de una solución, compleja y gradual. La política institucional y la política de la calle, con la movilización que ya se ha dado en algunas ciudades, donde el acceso a una vivienda digna empieza a ser una quimera. Ojo, que esto explotará (más pronto que tarde).
DdA, XX/5.825
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