Félix Población
En la frecuentada sección del diario El Comercio Viejo Gijón, que se publica por lo menos desde los distantes tiempos de mi niñez cada vez más nebulosa, se republicó ayer una gacetilla en el apartado correspondiente a las informaciones que aparecían en el periódico hace 75 años, en este caso una fechada al día siguiente de la festividad conocida como Día del Caudillo, que se celebraba, como recordarán los de mi generación, el 1 de octubre.
Conmemoraba esa fecha aquella en que el general Franco fue proclamado Jefe del Estado en la Capitanía General de Burgos en 1936 y que también se definía en el lenguaje de los calendarios del viejo régimen como Día de la Exaltación del Generalísimo a la Jefatura del Estado, aunque quedase mucha guerra por delante y faltaba por ver el Estado resultante, que a lo mejor ya lo sabían sus arúspices y determinantes colaboradores en Roma y Berlín.
Poco después de tal proclamación, presidida por el general masón Cabanellas, el propio Francisco Franco salió al balcón del edificio, según recrea en unas secuencias el film de Amenábar Mientras dure la guerra, para decir lo que sigue y creo que no se dijo en la película: Nosotros venimos para ser del pueblo, venimos para los humildes, para la clase débil, no para los capitalistas, la obra exige el sacrificio de todos, principalmente de los que tienen más en beneficio de los que no tienen nada. Tendremos vivo empeño en que no haya un hogar sin lumbre, en que no haya un hogar sin pan…
Franco, Jefe del Estado, Burgos, 1936
El redactor del diario gijonés se limita a contar en 1949 que fue fiesta, pero con lluvia en la villa cantábrica. Entonces, trece años después del primer Día del Caudillo a los tres meses de iniciada la guerra, no se notaba para nada que el dictador y los suyos hubiesen venido para ser del pueblo y de los humildes, que era la mayoría de una población sojuzgada.
Sin contar las miles de ejecuciones de los vencidos, el hambre y las enfermedades derivadas de la mala alimentación causaron entre 200.000 y 600.0oo muertes en los tres primeros años de celebración del Día del Caudillo. La cartilla de racionamiento estuvo vigente hasta 1952. Puede que en esos años hablar en público del empeño del Caudillo en que no hubiera un hogar sin lumbre ni sin pan le causara un disgusto a quien recurriese a la cita.
PS. Puestos a conmemorar, como lo hicieron los nostálgicos de la dictadura cada 20 de noviembre durante todos los años que los restos del general estuvieron en la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, siempre me extrañó que lo homenajearan el día de su muerte antes que el día su caudillaje, que pasó al olvido. Igual es por aquello de ¡viva la muerte!
DdA, XX/5.787
No hay comentarios:
Publicar un comentario