sábado, 26 de octubre de 2024

DE ISMAEL ÁLVAREZ A ERREJÓN, LA VERDAD YA NO REQUIERE HEROÍNAS

Que en los cines se esté proyectando Soy Nevenka y que haya aflorado casi al tiempo el siniestro y supuesto acoso sexual de Errejón a una joven actriz, sirve al autor del artículo para comentar el distinto grado de sensibilización social que respecto a un mismo asunto media entre lo ocurrido en Ponferrada y en Madrid un cuarto de siglo después. "Entonces -escribe Enrique del Teso- era muy fácil cosificar y acosar a una mujer a la vista de todo el mundo. La infamia de Errejón es comparable a la de Ismael Álvarez, es la misma familia de violencia. Nevenka solo pudo hacer valer la verdad siendo una heroína y con sacrificios y renuncias perpetuas. Ni siquiera ahora se pudo rodar la película en Ponferrada. Con Errejón hubo víctimas y sufrimiento del mismo tipo. Pero ya no fueron necesarias mártires de por vida". 


Enrique del Teso

Nadie puede conjeturar si una persona canta bien o mal solo oyéndola hablar. No hay voz que, hablando, insinúe cómo es cantada. No podemos conjeturar cómo es el retrato de Dorian Gray de nadie solo por el tacto de su vida social, pública o profesional. No hay asombro poético, deportivo, científico o artístico que insinúe nada de la virtud o depravación del autor en esas esferas privadas opacas a la mirada social. Goffman explicaba la conducta humana como un racimo de representaciones teatrales asociadas a situaciones y ambientes específicos. ¿O no nos escenificamos de manera distinta ante nuestra abuela, ante los alumnos y ante los amigotes? Cuando te ponen delante un episodio como el de Errejón, hay un momento de nebulosa e incredulidad y hasta de obstinación. Y no es raro descender peldaños de dignidad, evaluando los daños de atajar lo inadmisible y calculando si se es capaz de gestionar las consecuencias. Qué hacemos si se sabe lo de Errejón, debieron pensar algunos, bajando esos peldaños hasta ese punto en que las víctimas no son parte de la ecuación. Deberíamos entrenar esa incredulidad cuando solo estamos en una de las representaciones teatrales de un sujeto. Y deberíamos saber que es tan difícil de saber cómo es alguien cuando nadie mira como saber si canta bien.

No habrá otro recuerdo de Errejón que esta conducta machista que se iba susurrando en pasillos y redes y que él admite haciendo con las palabras esa bola que los niños malos comedores hacen con la carne en la boca, pero cuyo sentido es nítido: viene siendo un machista maltratador y, por lo que él dice, compulsivo. Debemos ver este caso como una foto fija, una de esas lindes que permiten ver la evolución de las cosas y sus tendencias. El caudal básico del feminismo, con los colores y sabores que se quiera, es el activismo que lucha para que hombres y mujeres sean iguales en derechos y roles, en lo profesional, familiar, sexual y social; que proclama que tal cosa no está sucediendo; que exige que todo lo que falte para esa igualdad sea siempre una prioridad de las políticas públicas; y que insiste en que todos los componentes de la desigualdad son el humus del terreno en el crece la manifestación más infame de esa desigualdad que es la violencia de género y su límite, el crimen machista, que deja cada año una cantidad de cadáveres similar a la que dejaba ETA. A pesar de la justicia elemental de estos propósitos, se viene hablando del feminismo como se come el congrio cerrado lleno de espinas, siempre con cuidado, siempre con que hay feminismos y feminismos, siempre quitando espinas a la palabra. Oí más veces la expresión «feminista radical», que «feminista» a secas. Menudo extremismo: que media población viva como la otra media. La furia de las derechas contra la igualdad es intensa y el ruido es tal, que a veces parece, incluso en la izquierda, que es un batiburrillo. Decía que Errejón es una foto fija, uno de esos mojones que marcan la dirección de las cosas. Y lo que marca esta señal es que, en el bulto gordo y anécdotas de poca monta aparte, el feminismo sí está haciendo que las cosas cambien y que cambien para bien. Por azar anda en cartelera estos días la película sobre el caso de Nevenka. No hablamos de la noche de los tiempos, hablamos de la entrada en los dos mil. Era muy fácil cosificar y acosar a una mujer a la vista de todo el mundo. La infamia de Errejón es comparable a la de Ismael Álvarez, es la misma familia de violencia. Nevenka solo pudo hacer valer la verdad siendo una heroína y con sacrificios y renuncias perpetuas. Ni siquiera ahora se pudo rodar la película en Ponferrada. Con Errejón hubo víctimas y sufrimiento del mismo tipo. Pero ya no fueron necesarias mártires de por vida. Bastó agitarse, bastaron indicios, para que la verdad fuera incontenible y bastó la verdad para que el personaje de Errejón se derrumbara y la persona Errejón tenga que afrontar consecuencias legales. De Nevenka acá se fue haciendo más difícil el maltrato a mujeres y la verdad dejó de ser digerible. El hecho es deplorable, pero nos recuerda que sí se avanza. El feminismo es el peor problema del país, rugía Rubiales mientras Luis de la Fuente se ponía de pie para aplaudir. Pobres varones, el feminismo de ahora se dedica a atacar a los hombres, decía Carmen Maura. Ahora ya no se puede coquetear, hay que rellenar un formulario para un roce, se repetía. Sucesos tan nefastos como el de Errejón ponen orden en la memoria y dibujan con nitidez la dirección de las cosas y refuerzan el camino que debe mantenerse: la gente se divierte con el sexo como siempre, tontea y tantea como siempre, a los varones no nos ataca nadie; todo eso son chorradas y su nivel mental se sintetiza en la imagen de Rubiales agarrándose los huevos. Es un buen momento para ver que la ley de solo sí es sí es un avance y que puede ser toreada como tantas otras (¿o no se defrauda a hacienda a la cara y hay mafias a pleno día?). Un suceso funesto, con las víctimas de siempre, ilumina dolorosamente que se avanza en la dirección correcta.

La ideología de la izquierda es moralmente superior, porque es moralmente superior defender derechos para todos que privilegios para unos pocos. Por eso, no atacan sus ideas, sino a quienes las defienden. Atacan la justicia social intentando convencer de que quienes hablan de justicia social son hipócritas vividores. Para ello tienen que basarse en bulos y en las conductas de izquierdistas que efectivamente son corruptas o criminales. Pero la superioridad moral de la izquierda no está solo en sus ideas, sino también en sus tragaderas. Simplemente su soporte social no tolera la corrupción y el crimen. Ningún izquierdista sobreviviría a una foto en un barco con un narco ni a 7291 ancianos retorciéndose de asfixia. La violencia de Errejón es detestable y su hipocresía supera los marcos mentales de cualquier persona normal. Quienes supieron y ocultaron dejaron un peso en las entrañas de Sumar de difícil gestión: porque la izquierda es moralmente superior, porque estas cosas en el cuerpo de la izquierda pesan y rompen. La derecha exhibirá su hipocresía estructural. Cuántas veces aplaudieron y se troncharon de risa cuando decían, con frases variadas y poco elaboradas, que Irene Montero había llegado a ministra chupándosela a Pablo Iglesias. No se oyeron bajezas y zafiedades machistas como las que aguantó Montero la legislatura pasada. Ahora los que convivían encantados con los volquetes de putas y le lamen el culo a Plácido Domingo fingirán dolor por las víctimas del machista Errejón, como fingen saber que el número uno de la trama de Ábalos es Sánchez y fingen desconocer quién era el tal M. Rajoy y todo lo que rodea a Ayuso y Feijoo. Y seguirán negando que haya violencia de género, seguirán cerrando centros de mujeres maltratadas, seguirán eliminando fondos para igualdad y seguirán llamando adoctrinamiento a los programas que intentan cambiar en los colegios las actitudes que hacen posible a gente como Errejón y ese silencio que le sigue acompañando. Porque esto no es ya la sociedad de Nevenka, pero sigue sin haber la firmeza debida antes estas conductas, tampoco en la izquierda.

La fuerza del PSOE no está en lo que hace, sino en lo que evita. Ayuso y Vox son los principales refuerzos de Sánchez, por recordarnos cada día lo que evita. La izquierda del PSOE no tiene ese encanto. No tiene más encanto que lo que sea capaz de hacer y lo que sea capaz de influir en el cambio social. El actual desbarajuste geopolítico dejó a España en una situación ventajosa para el tráfico energético. Enric Juliana explicó la afluencia de inversiones externas y el posible pico económico que podría notarse en par de años. La derecha espera con los tanques de odio repletos y listos para derramarse en todas direcciones. No bastarán logros ni eficacia. La izquierda no condensará una masa social relevante sin reafirmación de principios y sin una conducta moralmente reconocible y superior. Sumar tiene que gestionar con firmeza el silencio que rodeó a Errejón, caiga quien caiga. Estos gobiernos de coalición sí están siendo los gobiernos más feministas de España.

UN PARTIDO O LO QUE SEA, DIFUNTO

NORTES  DdA, XX/5.804

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