martes, 3 de septiembre de 2024

QUE LA REPÚBLICA NO SEA UNA GROTESCA DANZA DE APETITOS PERSONALES


Félix Población

Con la vocación y pasión de historiador que caracteriza a quienes la ejercen para que tengamos en cuenta la memoria del país que habitamos y la necesidad de conocernos y reconocernos en quienes nos precedieron y tuvieron responsabilidades de Estado, Eduardo Montagut no se ha resistido a compartir en las redes, desde la misma pantalla de su ordenador, este fragmento de un discurso de quien fuera presidente de la Segunda República y una de las personalidades políticas e intelectuales más sobresalientes de aquel periodo. Cuando hay quienes se preguntan todavía por qué frente al golpe de 1936, que quienes lo promovieron esperaban triunfal en unos cuantos meses,  se levantó un pueblo para hacerle frente y resistir durante casi tres años, hay que pensar en la esperanza y entusiasmo con el que la mayoría de población se identificó con el régimen del 14 de abril desde su instauración en 1931. Esas expectativas democráticas y regeneradoras las levantaron discursos como este de don Manuel. No podemos olvidar que frente a la decisiva y poderosa ayuda de las dictaduras nazi-fascistas de Italia y Alemania durante la guerra, hubo miles de milicianos que combatieron calzados con zapatillas de esparto a los sublevados y a sus colaboradores extranjeros. No nos lo habríamos creído posiblemente sin los historiadores que nos lo contaron, aunque fuera con mucho años de retraso porque los vencedores impusieron como única y exclusiva historia la suya. La frase de Azaña que nos sirve de titular tendrá siempre el mismo valor de ejemplaridad en cualquier periodo histórico, incluido el que estamos: La política, la República, el Estado y el Gobierno no deben ser nunca una grotesca danza de apetitos personales. Nada más leer estas líneas del discurso de quien presidiera aquella segunda República, he tenido en cuenta que, en el mismo país en que aquel régimen fue eliminado a sangre y fuego, un ex Jefe del Estado elegido por dictador triunfante y al que ahora se le llama rey emérito, huyó de España a la Arabia de los emires  petroleados por haber sido, como su abuelo, primer bailarín de esa danza de apetitos personales. Con todo, no le faltarán en el día de su óbito funerales de Estado.

DdA, XX/5.758

3 comentarios:

Folía dijo...

Gracias a DdA por traernos estas joyas que nos alimentan el espíritu en estos tiempos de escasez de ideas e ideales.

Félix Población dijo...

A Folía por su perseverancia lectora.

Félix Población dijo...

A Folía por su perseverancia lectora.

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