David Pablo Montesinos
Veo el documental emitido por HBO, “Cuatro horas en el Capitolio”… Y quedo perplejo, aunque el acontecimiento es ya sobradamente conocido: una turba de enfermos mentales invade el recinto sacro de la democracia norteamericana incitados por Donald Trump, a quien según los bulos obsesivamente difundidos por la Red le habían “robado” las presidenciales de 2020. El montaje final se alimenta de tramos de video procedentes de diversas grabaciones de los protagonistas, empeñados en inmortalizar lo que les parecía un episodio épico para la historia.
Más allá de la carga de imprevisibilidad y caos de lo que inicialmente solo parecía una reacción furiosa de unos miles de personas, ha quedado demostrado que había un plan orquestado. Si acudieron trumpistas de muchos Estados del país fue con la intención de hacer algo más que gritar y levantar pancartas contra “la mafia política de Washington”.
Los resultados de aquella fiesta están ahí. Biden fue proclamado Presidente sin que –al contrario que en la elección de Bush jr- haya quedado acreditado el más mínimo indicio de amaño. Además, han ingresado por muchos años en prisión algunos de los cabecillas de la algarada. Y todo ello sin olvidar que el episodio se saldó con cinco muertos, cuatro de ellos manifestantes y un policía de los que defendieron el edificio.
Dos curiosidades.
El 6 de enero a mediodía, Trump, todavía en disposición de las atribuciones presidenciales, se negó a detener la insurrección, dejando el marrón en manos de su insignificante segundo, Mike Pence. Cuando Donald pidió al fin en persona a los manifestantes que se retirasen, estos le obedecieron sin grandes titubeos. Para haber sido absuelto del delito de organizar esta especie de golpe de Estado no parece que el dato le aleje demasiado de los vándalos, a los que se dirigió con cariño como “personas muy especiales”… La Revolución siempre tuvo su connotación afectiva.
Otra. Uno de los líderes, que pasará muchos años a la sombra, dice que Trump les ha abandonado y que, de alguna forma, no evitando que ingresen en prisión, les ha utilizado para finalmente dejarlos tirados. Si semejante majadero hubiera pensado antes con el cerebro y no con las gónadas quizá no habría ahora cinco personas muertas. Y sí, pedazo de escoria, el héroe que de nuevo va a hacer grande a América te ha manipulado y en realidad no te quiere, … hala, a llorar a la llorería.
Vean el documental. Fue una auténtica batalla, lo raro fue que no muriera más gente. EEUU es una nación donde la cuestión de la seguridad es obsesiva y las fuerzas del orden están acostumbradas a niveles de violencia muy elevados. Cuesta entender que una banda de perturbados que protestan ante el Capitolio por un bulo se envalentone hasta el punto de superar las barreras y ocupar durante horas el edificio. ¿Hubieran sido asesinados senadores y la Presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, de no haber sido evacuados en el último momento? Pues miren, sospecho que algunos sí y otros no… todo en función de lo que a los líderes de la turba se les antojara, empezando por el mamarracho disfrazado de chamán indio, que vivió sus minutos de fama aquel día invernal en Washington.
Permítanme algunas conclusiones personales.
1. Si un grupo de afroamericanos, árabes, latinos, ecologistas o gays intentaran asaltar el Capitolio, serían masacrados. No discuto la actitud de los escasos policías que protegían la sede de las libertades, que en muchos casos fue heroica, pero aquella locura fue posible porque hubo permisividad. La razón es sencilla: los asaltantes eran blancos y ultraderechistas.
2. Cualquiera de nosotros lleva un revolucionario dentro. Si un grupo de ecologistas dirigidos por Greta Thunberg invadiera el Capitolio para exigir auténticas medidas para detener el cambio climático, entonces sería difícil no experimentar alguna simpatía. En cualquier caso no llegarían tan lejos, o al menos no se emplearían con la violencia nihilista de los fans de Donald. No obstante, tomar la sede del sistema democrático por un bulo estúpido y en defensa de un delincuente… Si ven el documental se pueden hacer una idea de que lo peor de cada casa estuvo en el asalto.
3. Cuando los insurrectos llaman “traidores” a los policías que protegen la entrada del Capitolio con la panoplia de que “este edificio es nuestro”, se alimenta una confusión particularmente torpe. Las cámaras representativas son democráticas precisamente porque deben ser contumaces en su trabajo más que nunca cuando reciben presiones y amenazas. De igual manera, a los exaltados hay que explicarles que el sistema no se puede dar por suspendido porque los acontecimientos políticos no sean de tu agrado. Es difícil que eso lo entiendan descerebrados como el chamán cuando no lo quiere entender el líder que les inspira.
4. La asociación entre conspiranoia y ultraderecha ha dado lugar a barbaridades tan cómicas como la Teoría QAnon. Ríanse de los yanquis, pero entre nosotros estas mierdas van obteniendo también alguna celebridad partidaria. Esto sucede por algo que, en realidad, he sospechado siempre: para defender cosas como las que defienden los reaccionarios has de ser idiota, o sea candidato idóneo para que un desaprensivo te manipule.
5. Parece que Donald volverá a la Presidencia. La llamada “basura blanca” acierta al pensar que va a gobernar contra las minorías raciales, los homosexuales, los funcionarios y las feministas… Lo que no saben es que también va a joderlos a ellos, pues Trump solo es la excusa de las élites para aumentar su fortuna y ensanchar las brechas sociales… y no solo con los morenos, lo siento. Si eres blanco y pobre también apestas… aunque, algo es algo, si asaltas el Capitolio no te matan.
DdA, XX/5.772
No hay comentarios:
Publicar un comentario