Alejandro Álvarez
El lenguaje, siempre el lenguaje como instrumento para dar forma a la conciencia de las y los ciudadanos sobre aspectos clave de la situación política, social o económica del momento; el lenguaje como constructor de los marcos de pensamiento favorables al modelo o a las causas que se defienden. Al genocidio de Gaza TVE lo califica de "Guerra en Gaza", y si hay una guerra (dos ejércitos que se enfrentan) podemos ponernos de parte de uno de los contendientes sin problemas de conciencia. Si, además, el relato sobre conflicto se presenta como una guerra entre el "Estado democrático" de Israel y el "grupo terrorista de Hamás", la elección sobre a quien debemos defender es sencilla. Construido ese marco mental ("guerra entre los buenos y los malos"), queda eliminada la crítica y el pensamiento discordante, sustituidos por la aquiescencia con las ideas hegemónicas.
¿Qué pasaría si TVE llamara a las cosas por su nombre y hablará continuamente del genocidio en Gaza y presentara un día y otro la desobediencia del Estado de Israel (apoyado por EE.UU. y Europa) respecto a lo dictado por el Penal Penal Internacional sobre lo que está perpretando el estado sionista?
Al hablar de Venezuela, el modelo de propaganda varía: simplemente se demoniza al bolivarianismo, que nunca será aceptado porque ha puesto en manos públicas y para beneficio de los venezolanos el petróleo y el gas de su patria. Reconocer el triunfo de los bolivarianos (EE.UU. y sus monaguillos europeos nunca lo han hecho y llevan organizados varios golpes de Estado, e incluso llegaron a reconocer como presidente a un individuo que se autonombró en plena calle), supondría tener que devolver a Venezuela la empresa Citgo, valorada en más de 3.000 millones de dólares, o entregarle al gobierno bolivariano las toneladas de oro que están depositadas el el banco de Inglaterra. No sé puede hablar de esas realidades, simplemente se demoniza al bolivarianismo. Es el marco mental que conviene construir en la ciudadanía.
NOTA: No toda la ciudadanía se deja engañar por los marcos de pensamiento que los medios de comunicación construyen, pero sí es suficiente la audiencia para mantener ese marco que conviene al "poder", el que controla la economía (y los medios de comunicación).
DdA, XX/5.751
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