Habrá actas oficiales de las elecciones en Venezuela, en las que se ratificará la victoria de Nicolás Maduro, y no habrá, como hasta ahora, prueba alguna de la victoria de la oposición. Así que todo lo que se difunda hasta que esas actas se publiquen, será papel mojado y habrá que esperar otro sexenio para que la oposición vuelva a intentar una victoria. Podría conseguirla, pero no sin pruebas como está pretendiendo ahora con la colaboración estelarmente vergonzosa de buena parte de los medios de comunicación, los de allí y los aquí, favorables todos ellos a la oposición.
Vicente Bernaldo de Quirós
¿Qué organismo es el encargado de validar las elecciones celebradas en un país? Cada nación tiene su normativa, pero en general existe un centro verificador que establece quien tiene la facultad de gobernar por haber ganado los comicios. También en Venezuela, lógicamente y, en la mayoría de los casos no se escruta hasta la saciedad el número de votos y si las papeletas son o no legales. Lo que sucede es que en ese país, la polarización política es de tal calibre que hay hasta injerencias de terceras naciones para arrimar el ascua a su sardina.
No tengo elementos de juicio para aceptar o no las resoluciones del Consejo Nacional Electoral que ha dado la victoria a Nicolás Maduro, porque es el único organismo que tiene atribuciones para ello. Lo que digan otros actores tiene menos importancia, porque, entre otras cosas, nadie ha probado que haya existido fraude en las elecciones del pasado 28 de julio.
Es verdad que no se han presentado las actas, pero nadie lo ha hecho porque la oposición encabezada por Edmundo González subió unos datos a internet, difícilmente validables por falta de rigor porque no tienen el visto bueno de ningún órgano que sea encargado de tener prerrogativas al respecto, por lo que las afirmaciones de la oposición de que han sido los vencedores de los comicios, sin más datos, hay que reducirlas al subjetivo deseo de las líderes derechistas de Venezuela.
Al día siguiente de celebrarse las elecciones, el Consejo Nacional Electoral atribuyó la victoria a Maduro con un 51,9% de los votos y una proyección de algo más del 44 para la candidatura derechista, que antes de que se cerrasen los colegios electorales ya se había jactado de que era vencedora por una mayoría abrumadora. Y eso que solo se había escrutado el 70% de las papeletas. Hay que hacer mención a que durante el conteo de los votos se produjo un ataque cibernético que hizo tambalearse el conocimiento de datos. Las dos partes se echan la culpa, aunque en algunos círculos se informa de que hackers israelíes, vinculados a María Corinna Machado, la líder de la derecha venezolana, estarían detrás del incidente.
No es la primera vez que la oposición venezolana esgrime un fraude electoral para justificar la versión oficial sobre el resultado de las elecciones ni la única derecha del mundo que se niega a aceptar los datos oficiales. Acordaros de Trump en Estados Unidos, que incluso alentó la toma del Congreso del país; de Bolsonaro, en Brasil, que sacó a miles de personas a la calle y que reclamó la intervención del Ejército de su país, o de los Fujimori, en Perú que dudaban de la victoria del izquierdista Pedro Castillo, aunque en este caso se le retiró del poder, por otros procedimientos.
Ni Edmundo González, con una historia personal en El Salvador, que le vinculaba a la CIA ni María Corinna Machado, que está inhabilitada por su pasado, tienen un perfil excesivamente limpio entre los votantes venezolanos. La propia candidata in pectore llegó a solicitar al Ejército israelí que invadiera Venezuela sin que el Tzahal, respondiera al llamado, si bien cuando los mandos militares se dieron cuenta de la orografía del país, debieron poner el grito en el cielo, porque atravesar el valle del Orinoco supone una trampa mortal que los túneles de Gaza son un paseo absoluto.
Estados Unidos los países occidentales más proclives a la OTAN han echado el resto para doblegar al chavismo, sin que hasta la fecha haya dado resultado su ofensiva. El propio presidente Joe Biden hizo el ridículo más espantoso planteando a Maduro una amnistía si se retiraba y dejaba paso a la oposición venezolana. Pero, ¿quién es el puto Estados Unidos para amnistiar a nadie de otro país y con qué criterios?. Lógicamente, el presidente venezolano le hizo una peineta.
Algunos países de la izquierda latinoamericana como Brasil y Colombia plantearon la posibilidad de repetir elecciones que no convenció a ninguna de las partes, pero que suscitó la irritación de la dirección opositora. La respuesta de Corinna y Edmundo me recordó al juicio de Salomón, ya sabéis, aquel episodio del Antiguo Testamento, en el que el rey sabio tomó una decisión sobre la propiedad de un niño que se disputaban dos mujeres. La que renunció para que no lo partiera a la mitad fue la que se consideró la madre verdadera. En el caso de la derecha venezolana su negativa a repetir comicios hace sospechar que su reclamación electoral es un poco fiasco, porque solo con la presencia múltiple de observadores y la prudencia del chavismo, observado por todo el mundo serían un plus para sus propósitos, pero, claro, los faroles hay que saber mantenerlos.
Queda luego el asunto Zapatero, como recordaréis, mediador en las crisis venezolanas. Hasta ahora el ex presidente español mantuvo un hermético silencio hasta que se oficialicen los resultados con actas incluidas, pero ese mutismo le hizo merecedor de los más abyectos insultos de la oposición venezolana, como solo saben insultar los totalitarios, y de la derechona española, que lo odia por no facilitar el fraude de los rivales del Gobierno bolivariano.
El asunto de Venezuela nos traerá todavía más conflictos, aunque, personalmente, creo que no hay marcha atrás en la decisión del CNE y del Tribunal Supremo de Venezuela porque Edmundo y sus aliados serán incapaces de presentar pruebas de su victoria, porque si las tuvieran ya las hubieran presentado. Dentro de seis años, que dura el mandato presidencial en ese país, otra comedia en ciernes.
DdA, XX/5.751
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