miércoles, 28 de agosto de 2024

JOVELLANOS Y LA RETRÓGRADA ALCALDESA DE GIJÓN Y SU GOBIERNO*


Los aficionados a las corridas de toros cada vez son menos en España, con lo cual la mayoría de plazas de son deficitarias y a toda la ciudadanía se le impone la obligación fiscal de contribuir a cubrir este déficit, por deplorable y cruel que le parezca la tauromaquia. La mayoría de plazas son propiedad de instituciones públicas, tales como ayuntamientos o gobiernos autonómicos. Por ello la organización de encierros y corridas de toros sólo es posible gracias a los 564 millones de euros que reciben en forma de subvenciones cada año. Con todo este dinero se financian escuelas taurinas, compra de los animales, sueldo de los toreros, publicidad de corridas… pero no incluye las subvenciones que reciben los ganaderos que crían toro de lidia, lo cual significa que, en realidad, el mundo taurino todavía se lleva más dinero público. De haber sido felizmente eliminadas las corridas de toros por el anterior Ayuntamiento de Gijón, han pasado a volver a ser un espectáculo público de tortura y muerte por el actual. Jovellanos, uno de nuestros ilustrados y  la mayor sin duda de las figuras intelectuales nacidas en aquella villa, se sentiría tan perplejo como indignado con aquellos electores que facilitaron con su voto que más de dos siglos no hayan bastado para que la tauromaquia forme parte del historial más denigrante y finiquitado de este país. El calificativo de retrógrada es, a juicio de este Lazarillo, el más suave que se le puede aplicar a la actual alcaldesa de Gijón y a su equipo de gobierno, que hacen ofrendas florales a la estatua de Jovellanos y han recuperado en lugar de una plaza de toros para la cultura, un coso en el que se hace espectáculo de la tortura y muerte de un animal, después de que un gobierno hipócrita excluyera esta barbarie de una ley que dice regular el reconocimiento y la protección de la dignidad de los animales por parte de la sociedad

Armando Nosti Caso

No es cuestión de libertad, la libertad de ir a los toros ampara también a quien pide su supresión, y la libertad que no permite darle una patada a un perro o apalear a cualquier animal, no debería permitir masacrar a un toro. No vale la tradición, muchas desaparecieron, la cabra del campanario, el toro de la Vega, arrancar la cabeza de un pato al galope, o quemar brujas. Sin corridas, el toro no se extinguiría, el toro bravo no es una especie distinta de otros toros, es el resultado de la selección y cruce de distintos ejemplares durante años para potenciar las mejores características para la lidia, además, las ganaderías tienen ayudas económicas por distintas vías y otras especies se conservan sin masacrarlas. Tampoco se trata de que intelectuales de izquierda sean aficionados, hay intelectuales de izquierdas a favor como los hay de derechas en contra. Ni siquiera es importante la aportación de los toros a la economía local, cuatro días en un mes con todo lleno no puede ser una cantidad notable. En cuanto a la historia, nuestro país tiene hechos históricos de todos los colores, si se clasificaran por importancia, los festejos taurinos, sobre cuyos orígenes hay muchas versiones, estarían en la parte baja de la tabla.
Las corridas son maltrato animal, se masacra un toro para complacer a unos pocos. National Geographic publicó un informe demoledor sobre el sufrimiento del toro: “la evidencia muestra que los toros se exponen a factores estresantes físicos, psicológicos y ambientales.” “En el tercio de varas, una puya produce una lesión en los músculos responsables del movimiento de la cabeza que limita su rango: el toro ya no puede levantar con normalidad la cabeza lo que reduce su capacidad de ver, escuchar y olfatear. La herida puede provocar la pérdida de hasta el 18 % del volumen de sangre.” “En el segundo tercio, al toro se le clavan seis banderillas diseñadas para asegurarse de que la púa permanezca en su lugar. Mientras más se mueve el toro, más dolor causa ya que se desgarran los músculos. Las banderillas agravan el daño muscular, amplían las heridas y aumentan la hemorragia”. “En el último tercio, se clava una espada de doble filo y ochenta cm de largo buscando el corazón. La espada causa lesiones en los pulmones y bronquios. Una parte de la sangre puede entrar a las vías respiratorias y ahogar al toro. Se puede lesionar la tráquea y producir sangrado del hocico. Si se corta una arteria, es posible que el toro muera por hemorragia.” “Si después el toro sigue vivo, se procede al descabello introduciendo un cuchillo entre la primera y segunda vértebras cervicales, seccionando la médula espinal”. Cuando un toro sale al ruedo su primera intención es huir, si intenta saltar la barrera no está atacando, está huyendo, se encuentra en un entorno que no es el suyo, que desconoce, y quiere escapar, es el estrés físico y ambiental, que empieza cuando le encajonan, al que se refería el estudio citado. No es arte ni cultura, es un espectáculo cruel y sangriento en continuo declive por número de festejos y de público, y su recuperación en Gijón es un paso atrás.




*Una vez publicado en Facebook el enlace a este artículo, se me dice que infringe por violento las normas de FB. Espero que rectifiquen, porque la tortura y violencia es lo que se denuncia en el texto y en las imágenes.

DdA, XX/5.752


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