Lazarillo
Esta mañana/ con el campo oloroso a heno seco/ antes de que lo bañara la lluvia del verano/ me interné entre el herbazal camino de esa cumbre/ que me llamaba como llama el aire cuando lo mueve la humedad de la tormenta./ Subí y subí hasta sentir el dolor de mis pasos y mis rodillas/ hasta sentir el sudor en la frente y en los labios/ y llegar muy cansado de aliento adonde apetecían mis ojos./ Fue entonces cuando llovió y llovió menudo sobre mi alma fatigada/ haciéndome crecer de vida gota a gota en la humedad copiosa de ese abrazo./ Nunca sentí la edad madura de mi cuerpo tan cerca/ del olor a gratitud y hondura de la tierra reseca empapada de lluvia/ por eso quizá entre las gotas de agua fría que mojaron mi rostro/ apartaron mis dedos las del llanto que estallan con el júbilo.
DdA, XX/5.737
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