Luis Fernández Baragaño
No creo en el destino, pero sé que hoy me estabas esperando. Hoy tocaba. Salí tarde de casa, fui deteniendo el coche en cada revuelta, escudriñando con los prismáticos cada palmo del terreno. Cientos de veces he parado en estas peñas y otras tantas veces me he ido de vacío para casa. Había observado hace unos años un macho pasar raudo los claros del hayedo y había tenido la suerte de ver un lobo pasar por el mismo sitio minutos después pero a bastante distancia con el telescopio. Sabía que en esta ladera hay arándanos y vine expresamente a mirar este sitio por si algún ejemplar se dejaba caer por el lugar. Eran sobre las siete, el sol empezaba a decaer, eché varias miradas con los prismáticos sin observar nada interesante, pero de repente miro la parte baja de la ladera y como si supieras que estoy aquí esperándote haces tu aparición subiéndote a la roca. Miré, volví a mirar para convencerme de lo que estaba viendo: un subadulto de oso pardo cantábrico se movía entre los brezos, de aquí para allá, buscando los frutos de las arandaneras. Que le vamos a hacer, a veces veo osos en el Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa en territorio de Lena. Ya lo citaba el rey Alfonso X el Sabio durante el siglo XI en su libro de la Montería, que el bosque de Valgrande era un real monte de osos por su riqueza en arándanos durante la época de verano.
DdA, XX/5.732
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