miércoles, 7 de agosto de 2024

AGRADAR AL TURISTA, MÁS QUE ATENDER AL VECINDARIO


Alberto Alonso

Hace bastante tiempo que vengo manifestando mi opinión sobre lo de “apostar por el turismo” y “potenciar el turismo”, lo que repiten, como si de artículo de fe se tratara, algunas de nuestras autoridades, fundamentalmente locales, que se preocupan más de agradar a los forasteros que de atender las necesidades más apremiantes del vecindario.
Ya dije con anterioridad que en la fachada de algunos, no pocos, Ayuntamientos deberían colocar un letrero con el lema de “TODO POR EL TURISMO” al igual que el que antes figuraba en los cuarteles de la Guardia Civil, que decía “TODO POR LA PATRIA”. También dije que había que hacer las cuentas del turismo siguiendo el procedimiento de la vieja, poniendo en un lado lo que se gasta en fomentarlo y mantenerlo, y colocando en el otro los ingresos que genera el turismo, porque, a lo mejor, resulta que se gasta más de lo que se recoge. Finalmente, quiero insistir ahora en las molestias que originan los turistas al vecindario y en la generalizada acusación de turismofobia a quienes hablan de estos inconvenientes, así que copio a continuación lo que escribí hace siete años sobre el particular:
“TURISMOFOBIA"
Los medios de comunicación hablan cada poco de turismofobia. Cuando alguien protesta contra la algarabía y los destrozos vandálicos del turismo de borrachera se dice que es turismofobia, lo mismo se dice cuando se opina que las playas no deben tener tal aglomeración de personas como si fueran el Metro en horas punta, cuando se manifiesta que la masificación del turismo afecta desfavorablemente a los espacios naturales protegidos, cuando se razona que el desproporcionado incremento del precio de los alquileres en las zonas turísticas hace imposible que quienes tienen allí su trabajo puedan pagar esos precios, o cuando se protesta porque las oleadas de turistas en los cascos históricos de las ciudades no permiten a los vecinos de siempre desarrollar normalmente sus actividades, etc, etc. Todo lo que no sea alabar el turismo como panacea para enderezar la difícil situación económica en la que nos encontramos se tilda de turismofobia
Cuentan que cuando los turistas, esquiadores y otros, empezaron a subir a San Isidro, una mujer de Felechosa que iba al puerto por la carretera con su ganado, como siempre lo había hecho y lo habían hecho sus antepasados, al igual que otros muchos vecinos del pueblo, fue advertida por la Guardia Civil de que no podía seguir haciéndolo porque las vacas entorpecían la circulación de los automóviles de los turistas, a lo que la tal mujer contestó. “pues …, ¿qué será más importante, el “ganao” o el “torismo”?
Ahora ya poca gente vive del ganado, así que la mujer de Felechosa debía estar equivocada, porque con lo del turismo nos están dejando sin sitio para poder vivir nosotros y, como decía un buen amigo mío ya hace bastante tiempo, nos quieren convertir a todos en camareros.”


DdA, XX/5.730

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