Suelo leer los artículos que Pablo Iglesias publica regularmente en el diario vasco Gara y en el catalán Ara, lamentando que esto no sea posible en diarios como La Vanguardia o El País, aunque en la empresa de este último se haya probado una temporada con su colaboración en la SER (24 horas) con indudable éxito de audiencia. Este Lazarillo lee a Iglesias por la incuestionable honradez de su trayectoria y por la inteligente interpretación que suele hacer de la vida política española y de la geopolítica en general. Me parece muy significativo que sean dos medios editados en esas comunidades autónomas los que hayan acogido las colaboraciones del director de Canal Red. El artículo en Ara lleva por titular Venezuela o la geopolítica contra la democracia, que ya de por si se presta a un interés por su lectura. En el mismo prevé que tanto Europa como Estados Unidos acabarán reconociendo, con mayor o menor disimulo, la victoria de Nicolás Maduro. También conviene recordar lo que el profesor Juan Carlos Monedero escribió el mismo día en que se celebraban las elecciones venezolanas: "El jueves, en el cierre de campaña en Caracas, Maduro sacó a medio millón de personas a la calle. Cinco veces más que la oposición. Es verdad que la calle no son los votos, pero orientan". Iglesias termina así su colaboración en Ara, con una apelación al sentido común, extraviado entre tanto bulo:
"¿Alguien puede creer que si las autoridades electorales venezolanas fueran a llevar a cabo un fraude, habrían acreditado a casi un millar de observadores internacionales incluida la Fundación Carter de EEUU, cuya reacción es muy esperada? Es verdad que no dejaron entrar a los dirigentes que del PP, que no iban a participar en la observación sino solo a acompañar como turistas a la derecha venezolana, pero ¿alguien puede creerse que José Luis Rodríguez Zapatero, que ha sacado de la cárcel a más opositores venezolanos que nadie, habría acudido a Venezuela si tuviera dudas sobre la limpieza del proceso? Para responder a estas preguntas conviene dejar al lado la ideología y confiar en el más obvio sentido común".
DdA, XX/5.722
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