Lazarillo
No deberíamos olvidarlo, pero se está olvidando. Lo olvidan aquellos jóvenes que, huérfanos de una educación y memoria democráticas -recuérdese la inquina con la que la derecha reaccionó ante aquella asignatura que se llamaba Educación para la Ciudadanía-, nutren con sus votos el renacer de las extremas derechas, el mismo ideario que sumió a este país en una larga y ominosa dictadura, luego de una guerra atroz y una posguerra en la que no sólo se fusiló a los vencidos y se obligó a muchos más republicanos al exilio, sino que también llenó de imágenes como la que sirve de fondo a este comentario los puertos de mar y las estaciones de ferrocarril. Manuel Ferrol hizo la fotografía del padre emigrante y su hijo, llorando ambos al despedirse, en 1956, y siempre fue una de las instantáneas que más me impresionaron de aquella década y parte de la siguiente, en las que todavía vivía el país las consecuencias de la Guerra Civil, especialmente duras para los vencidos, pues no creo que entre las filas de los vencedores se dieran escenas como esta en la que aparece Juan Jesús Calo López, el niño de esa instantánea que, ya de mayor, fue fotografiado ante ante la misma. Hoy hemos sabido que morreu Juan Jesús Calo López, o neno da fotografía realizada por Manuel Ferrol en 1956. Tiña 75 anos e vivía en Fisterra, foi mariñeiro. Nuestra gratitud por haber sido protagonista de una amarga etapa de nuestra historia y contribuir con esta imagen al reconocimiento de esa memoria democrática indispensable para que nuestro país lo sea y, sobre todo, lo siga siendo.
DdA, XX/5.676
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