sábado, 15 de junio de 2024

LO BULOS CRECEN CON LA BULA Y PUEDEN CONVERTIRSE EN BALAS



Enrique del Teso

A veces el parecido fonético de las palabras no parece casualidad. Amor y humor se pronuncian casi igual y normalmente el uno lleva al otro y viceversa. Bulo y bula también se pronuncian parecido y también tienden a ser una sola sustancia. Son la pasta del pellejo derecha, lo que queda de ella una vez deshidratada y vaciada de vergüenza, maneras, pensamiento y dignidad. La derecha democrática va desapareciendo de Europa, porque las oligarquías ya solo quieren su pellejo reseco. Los valores de la democracia y de la izquierda son invencibles, así que los disfrazan tomando sus palabras y haciendo pasar la achicoria por café, y por eso aplastan las libertades en nombre de la libertad, disparan la injusticia social en nombre de la igualdad entre los españoles, multiplican la represión en nombre de la rebeldía, sangran las arcas públicas para colegios de la Iglesia y periódicos palmeros en nombre del fin de la cultura de la subvención y el chiringuito y derivan al negocio privado la sanidad en nombre de la sostenibilidad del sistema público de salud. Todo esto no funciona si no es mecido en un colchón de bulas y bulos.

El espacio radioeléctrico es el espectro electromagnético de frecuencias que se usa en las telecomunicaciones. La ley lo define como un bien de dominio público cuya titularidad y administración corresponde al Estado. Cuando vemos a Ana Rosa rugir con esos desokupas de tebeo, se nos viene a la cabeza que el suyo es un programa de un canal privado. Y no tenemos lo bastante presente que el canal privado es como la terraza de una cafetería: la ocupación de un espacio público concedida por las autoridades; y que ese espacio común está concedido íntegramente a dos grupos empresariales con la misma ideología extremista.

La desorientación y falta de perspectivas, por un lado, y la promoción exitosa de modelos vitales de dinero fácil y éxito social inalcanzables para la mayoría, por otro, crean un estado de ansiedad que hace a la gente más reactiva que previsora, más sensible a lo que le pide el cuerpo que a las consecuencias. Es evidente que se votó el Brexit por ser lo que pedía el cuerpo y no porque fueran atractivas las consecuencias. Se vota a Trump o a Milei como un rugido que apetece, no porque uno crea que será más feliz sin médico ni jubilación. La ansiedad, materia moldeable para la ira, con la que a su vez se moldea el odio, está en las circunstancias, en los desastres que trae para la mayoría el neoliberalismo rapaz. Pero la ansiedad también se cultiva. Los diseñadores de moda hace tiempo que entendieron que, si la gente tiene ansiedad con su apariencia, gasta más en ella. Por eso promocionaron físicos difíciles de tener con esos tallajes anoréxicos. Los voceras oportunistas de las redes que consiguen pellizcar en esa ansiedad y alborotarla, cargan de ira y odio a su audiencia, que a su vez refuerza al youtuber de turno y crea una demanda que atrae a cierto tipo de predicadores, que a su vez recargan la agresividad de la audiencia. Es un caso de retroalimentación positiva, como el que hace chirriar los altavoces, que se suma al activismo que dos grupos empresariales despliegan en nuestro espacio radioeléctrico público.

En este ambiente recargado no es audible un razonamiento ni visible la subida del salario mínimo o el aval de organismos internacionales a los efectos de la reforma laboral y la mejora de mucha gente. Los hechos y la verdad no afectan a la conducta ni a los convencimientos y su propagación. La mera verdad no crea un pico de atención. El análisis no rasca ningún picor. La atención y el pico emocional son como el vampiro al que invitas a cenar. Si invitas a cenar a un vampiro, ya no le afecta el ajo ni la luz, literalmente tu casa es su casa. Quien atrapa tu atención y hacen reverberar en tu cuerpo una emoción intensa, entra libre en tu mente y puede poner las cargas que quiera. Los bulos se propagan con una densidad tal que es un verdadero hackeo del hardware cognitivo ciudadano. Solo hay que ver el creciente apoyo de las mayorías de Europa a lo que perjudica a las mayorías.

Los bulos crecen con la bula. No puedes inflamar odios y mentiras varias horas diarias desde nuestro espacio radioeléctrico, ni puedes alimentar con dinero público digitales roñosos de periodistas de dibujos animados, ni una legión de youtubers, forocoches e influencers carrasposos pueden llenar el ambiente de delirios descerebrados, si no tienen bula. Hay ley suficiente, pero siempre hay algún juez de guardia que no sabe quién es M. Rajoy. Manos Limpias, Hazte Oír y demás habitantes del inframundo ultra siempre tienen un plano de jueces de guardia alérgicos al estado de derecho. Y hay un CGPJ caducado para conjugar los verbos pagar y pegar. Con esa bula, y siguiendo los casos en que la similitud fonética subraya semejanzas semánticas, los bulos se convierten en balas. Cualquier progresista puede ser asediado por bulos tramitados como hechos en los juzgados. La derecha es provocadora desde que está reducida a su pellejo. Ayuso no dice lo que piensa que la gente creerá, sino lo que escandalizará a los progres. Ahora ya no hay que pensar solo en provocaciones; hay que pensar en amenazas. Los bulos ya son balas y no de fogueo.

Es la mancha que crece en Europa por la desaparición de la derecha democrática. Las medidas sociales de la izquierda son lentas y su discurso suena a letanía entre tanto ruido. La ultraderecha francesa va mutando, juntando los harapos de tanto chillido para hilar una metástasis en la que el fascismo 2.0 deje de ser un puñetazo en la mesa para ser normalidad institucional. Francia puede ser la dolorosa luz al final del túnel. Lilith Verstrynge dibujó la Europa que puede venir con una curiosa semblanza de Jordan Bardella. Suelo decir a los alumnos que comunica bien el que logra hacer con las palabras lo que pretende. Lo que hace curioso el artículo de Verstrynge es que pretende alertar del peligro de Bardella, pero lo hace en tales términos que le apetece a uno correr a votar a Bardella.

La izquierda mientras tanto solo gana la batalla que más le gusta: la de ser la izquierda auténtica, no ser la falsa esa de ahí. Solo hay tres obviedades a partir de las elecciones europeas. La primera es que Sánchez tiene dos fortalezas, la que Zapatero había reclamado para el PSOE de ser el que más se parece a España; y la fortaleza añadida que le da la bajeza de sus enemigos. La segunda es que la fundación de Sumar fue una decisión correcta, porque Podemos es una fracción con muy poco pulso electoral y muy poca capacidad de movilizar a actores sociales. La tercera es que Sumar fue mal gestionada desde el principio. Que sea evidente su fracaso no quita razón a la evidencia de su necesidad. Ahora en el espectro de Sumar empieza el juego de quién es el cacho más gordo y cuánto me toca. No será de justicia social o libertades de lo que se discuta en esta sedicente reconstrucción. Podemos rezuma victoria cuando con su mejor candidata alcanzó a ser la mitad de Alvise. Ve un triunfo en la renuncia de Yolanda Díaz, pero no la enojosa comparación con Ione Belarra que siguió en el cargo tras la debacle de las autonómicas. Es en Podemos donde más se respira ahora la necedad de ver victoria en la reafirmación y de ver en la reafirmación el «inicio» de no sé qué enésimo renacer. Pero es circunstancial. A Podemos le toca ahora, pero es una sandez habitual en la izquierda y la lleva siempre a escisiones espurias, de tanta autenticidad que se gastan y con tanto despachao que no se «doblega».

Debería saber tanto auténtico de cucharón que no hay magia en el desquiciamiento de Europa y las democracias. Hay dinero. Santiago Alba dijo con inteligencia que los pobres se rebelan cuando no tienen nada que perder y los ricos cuando no tienen nada que ganar. El desquiciamiento que viene con los ultras se extiende porque los ricos quieren ganar más y lo financian. Es la descarnada lucha de clases de los ricos. Y ellos sí que son auténticos.

NORTES  DdA, XX/5.680

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