viernes, 21 de junio de 2024

FRANCO ESTUDIABA INGLÉS EN CANARIAS ANTES DEL GOLPE MILITAR



Félix Población

Que yo sepa, sólo se conoce una breve alocución pública del dictador Francisco Franco en inglés. Lo hace al final de la Guerra Civil de forma en extremo elemental, durante menos de un minuto y leyendo el texto con torpeza de colegial, para resumir los propósitos del nuevo Estado vencedor bajo su caudillaje, por la gracia de Dios. 

Ignoro si para la elaboración de este texto se tuvo en cuenta a quien fue su fugaz profesora de inglés en Santa Cruz de Tenerife, meses antes de que se produjera el alzamiento militar, como si preparara oposiciones. O si no lo redactó la periodista Dora Lennard, que así se llamaba la profesora, es muy posible que Franco la consultara antes de ponerse al micrófono para refrescar las pocas nociones de pronunciación que pudo asimilar durante los tres meses que recibió lecciones de ella, dado que el general llegó a Tenerife mediado el mes de marzo de 1936. 

No se sabe cómo Franco contactó con esta periodista inglesa que se inició profesionalmente en publicaciones católicas belgas, pero sí que Lennard, casada con un ciudadano español llamado Antonio Alonso, residía en Tenerife desde 1935, adonde había llegado como corresponsal de la agencia Reuters. Tal como cuenta Bernardo Díaz Nosty en Periodistas Extranjeras en la Guerra Civil, el programa de clases era de cuarenta horas, durante tres días a la semana, prolongadas con las que también impartía a la hija del general. La profesora tenía de su alumno una muy favorable opinión y lo califica de hombre providencial, del que destaca tantos sus valores humanos como su aprovechamiento e inteligencia como alumno.

Según un texto publicado por la periodista inglesa en The Morning Post (20/07/1937), el general vivió hasta tal extremo su preocupación por el asesinato del diputado conservador José Calvo Sotelo, días antes del golpe militar, que durante una de las clases su profesora percibió a su alumno demudado, como si hubiera envejecido diez años con la noticia. Lennard recuerda en ese mismo artículo la última clase Franco, durante la cual leyeron un artículo sobre Abraham Lincoln, en el que se decía que éste no declaró la guerra al Sur hasta que no se vio obligado a ello porque su gran corazón se resistía al derramamiento de sangre y se llenaba de angustia ante el sufrimiento que iba a infligir para asegurar la paz y la seguridad del país. A continuación, la periodista inglesa dice haberse preguntado por la impresión que le causaría a Franco ese artículo la mañana de aquella última clase. "De algo estoy segura -afirma-: que las palabras sobre Lincoln, podrían haber sido escritas sobre Franco".

Cuanto escribió esta periodista británica sobre el dictador la sitúa como la más encomiástica de las corresponsales extranjeras durante la guerra, entre las pocas colegas británicas que se mostraron favorables a las tropas sublevadas. En el caso de Lennard considera al general felón como un dechado de grandeza moral e intelectual "con una inteligencia sumamente clara y sobradamente ilustrada", a la que sumaba  "una voluntad inquebrantable cuando se trataba del deber. En cuanto a su bondad y amenidad, añade, obligaban a quererlo tanto como se le respetaba".

No es raro que con semejante alarde de ditirambos, Dora Lennard se ganara ser la voz de Radio Club Tenerife, la única emisora con la que contaban los militares golpistas para ser escuchados en Estados Unidos y Canadá, con la periodista al frente de un programa en inglés hasta que se ganó un puesto de absoluta confianza en la recién creada Radio Nacional de España en Salamanca, que empezó a emitir en septiembre de 1937, compatibilizando sus emisiones en inglés en contra de la causa republica y apoyo a los sublevados con su corresponsalía en la agencia Associated Press. Según Díaz Nosty, fue Lennard quien después del conocido bando de la victoria franquista, leído con enérgica entonación marcial por el actor Fernando Fernández de Córdoba, dio al mundo ese mismo parte en inglés: Today, with the Red Army captive and disarmed, our victorious troops have achieved their objetives. The war es over.

El activismo profesional de Dora Lennard en pro de los vencedores no se acabó con la Guerra Civil sino que se prolongó en artículos y colaboraciones que fue publicando en diversos medios franceses, siempre con la misma servil adulación que durante el conflicto armado. Permaneció en la nómina de Radio Nacional de España, en calidad de redactora/traductora para las emisiones de Radio Exterior, hasta su jubilación en 1964, dos años antes de fallecer en Madrid a los setenta años de edad. Dado que Franco no volvió a repetir públicamente una alocución en inglés como la única que se conoce y no le honra, hay que dar por contado que aquellas clases durante su estancia en Canarias, previas al golpe militar, nunca tuvieron continuación con su entusiasta admiradora. Como Jefe del Estado reacio a cruzar las fronteras de su país, le bastó con la lengua del imperio para imponerse con su grandeza moral e intelectual, y una bondad y amenidad bien reconocidas por sus actos.

Extraña que, al contrario que otras periodistas extranjeras cuya trayectoria profesional podemos encontrar reflejada si la buscamos en Wikipedia, sobre Dora Lennard no hay más referencia que la de un libro de Daniel Pastor y Manuel González de la Aleja publicado en 2013 en el que se incluyen artículos y crónicas de algunas periodistas británicas, entre las que constan las que a modo de panegíricos redactó a favor de los sublevados, calificando de satánicos a los republicanos. 

Que no haya más documentación sobre ella en nuestro país y que hasta Díaz Nosty se haya visto privado de darnos una imagen de Dora Lennard (1895-1966) en su monumental obra -donde no faltan las de muchas otras periodistas extranjeras, por poco conocidas que sean-, podría interpretarse como una piadosa concesión del olvido a favor de quienes más vale que se amparen en las sombras de su noche.

DdA, XX/5.685

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