Después de los sucesivos fracasos electorales del Movimiento Sumar, tal como se denomina al que aglutina a una serie de partidos políticos sin capacidad para haber pasado de tres diputados en las recientes elecciones europeas, quien estuvo al frente del mismo como coordinadora se ha visto en la necesidad de dejar de serlo, dejando a su vez en la estacada a cuantos se apuntaron a probar suerte con el invento, luego de haber tratado de romper a Podemos, según era preceptivo desde la fundación de los "sumandos".
Ahora nos encontramos con que, aún sumando sólo dos eurodiputados, el partido morado ha conseguido más votos que cada una de las formaciones políticas integradas en el Movimiento Sumar. La coherencia y la ética políticas, en un país donde tales atributos brillan por su ausencia, le han podido al oportunismo trepador en cuanto ha habido una oportunidad de demostrarlo en un tipo de elecciones como las europeas, donde los números cantan con más claridad que en otros comicios.
Podemos ha visto reforzado el liderazgo de Irene Montero mientras que Yolanda Díaz ha desaparecido del liderazgo político con el que un mal día la señaló Pablo Iglesias, aunque mantenga su vicepresidencia en el Gobierno, sólo -me temo- hasta que lo quiera su jefe. ¿Habrá una nuevo coordinador o coordinadora para Sumar cuando son tanta las vías de agua que amenazan el mantenimiento a flote del barco? ¿No parece previsible que Izquierda Unida, el partido más consolidado que se apuntó a la tripulación, sea el primero en escapar del naufragio a no mucho tardar?
Me gustaría poder interpretar el estado de ánimo de don Íñigo Errejón, el de las empanadillas, ante estas circunstancias, porque lo que posiblemente esté pensando es que, si con él empezó todo -la división en Podemos, la ruptura en Unidas Podemos y el consiguiente decrecimiento del partido morado-, lo que con toda seguridad no querrá es que con él como coordinador de Sumar acabe todo, después de no haber dejado de restar al proyecto original con el que Podemos quiso dar curso político a aquella primavera del 15M.
Siempre tendrán, tanto él como doña Yolanda, un acomodo en el Partido Socialista, al que acaso sirvieron con excesivo celo. Es difícil pensar que el PSOE pueda volver a gobernar en solitario, finiquitado Sumar y decrecido Podemos, frente a la oleada de ultraderecha que surca Europa, con una derecha en España que ya gobierna con Vox varias comunidades autónomas y tendría muy fácil llegar a La Moncloa.
DdA, XX/5.675
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