lunes, 3 de junio de 2024

DEL TEMPRANO VUELO DE LOS AGUILUCHOS Y LA EMANCIPACIÓN DE LOS JÓVENES

 


Félix Población

Las águilas cuando se emparejan construyen el nido con hierbas, plumas y espinas, según escriben los expertos, algo que puede extrañar en lo que hace al tercero de los materiales. Nadie imaginaría con espinas las cunas de nuestros bebes, a los que solemos dejar dormidos en el más acogedor y confortable de los sueños. También es extraño en las aves en general lo de las espinas. 

Sin embrago, las águilas tienen sus razones, relacionadas al parecer con el final de la etapa de crianza. Llegado el tiempo en que las crías de águila deben empezar a valerse por sí mismas, la madre -leemos que es la madre y no el padre-, desaloja todo el material confortable del nido, esto es, las plumas y las hierbas en las que fueron incubados los huevos y nacieron y empezaron a abrir los picos los aguiluchos, sin que haga lo propio con las espinas, que permanecen en el nido, de modo que incomoden a las nuevas criaturas, obligándolas a buscar por su cuenta un lugar donde desarrollar su vida independiente. 

Para ello, obviamente, han tenido que aprender antes a surcar el aire con sus alas, algo que la madre logra -se nos vuelve a decir que la madre- arrojando al aguilucho desde una altura, algo que obliga a este a mover las alas, pero sin la fuerza suficiente al principio como para sostenerse en el aire, por lo que la madre, observadora, echa un vuelo descendente y lo rescata, tomándolo por las patas y obligándole a sucesivas repeticiones hasta lograr que la cría se mantenga en el aire. La consigna parecer ser, por lo tanto, o vuelas o vuelas. Y eso sí, en cuanto los aguiluchos tienen capacidad para explorar los caminos del aire, las espinas del nido cumplen con la función de que el vuelo los lleve a ganarse la vida por su cuenta. 

Me parece toda una lección de vida esta de las águilas, un motivo más para admirarlas y protegerlas como una las más poderosas, preciosas y preciadas de las aves. Aquel que las haya visto volar con detalle, muy tarugo ha de ser para no volver a buscar los surcos de su vuelo. Quien haya probado esa experiencia lo sabe.

La precariedad laboral y la especulación inmobiliaria hacen en nuestros días que las jóvenes generaciones en nuestro país encuentren las espinas fuera del nido, por lo que su emancipación se ha venido retrasando con los años. En España la edad media está en torno a los 30 años. Se trata del cuarto país de la Unión Europea en que los jóvenes dejan más tarde el hogar familiar, por detrás de Croacia, Eslovaquia y Grecia, y a la par que Bulgaria. En el otro extremo se encuentra el mocerío finés, sueco y danés, cuya emancipación está situada en poco más de lo 21 años. 

DdA, XX/5571

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