jueves, 13 de junio de 2024

CUANDO FRANÇOISE HARDY ESTUVO EN MIERES, CORAZÓN DE LA CUENCA MINERA

 Acabo de leerlo en Nortes, donde lo escribe su director Diego Díaz, y me pregunto qué podría estar haciendo este Lazarillo en 1964, cuando "Tous les garçons et les filles" poblaban sus ensueños preadolescentes, para no enterarse o no tener noticia entonces de que Françoise Hardy visitó Asturias hasta en tres ocasiones, en tres años sucesivos, cuando la cantante francesa aún no había cumplido los veinte años. Se da la circunstancia, además, de que la vivienda en la que Hardy se alojó estaba ubicada en el barrio obrero de Santa Marina, en Mieres, el mismo en el que pasé algunos días de mi niñez por vivir allí un hermano de mi abuela. Puede incluso que esas vacaciones de 1962 de Françoise hubiesen coincidido con las mías, cuando otro hermano de mi abuela y su mujer, residentes en Venezuela, me invitaron a acompañarlos para reencontrarse con el hermano mierense del primero. El piso era tan modesto que hube de compartir habitación con dos de mis primas, así que hicimos del tiempo previo al sueño una larga plática de susurros. Al día siguiente, desayunando, le dije a Beatriz, que era la mayor, que había soñado con sus ojos achinados, como realmente ocurrió. Es muy posible que por entonces no hubiera escuchado todavía "Tous les garçons et les filles". La información que publicó Luis José Ávila dice que Hardy vino a Asturias por recomendación de su psiquiatra para superar una crisis nerviosa y que se tiró por una ventana para huir de los medios.  



Acaba de morir Françoise Hardy, una de las grandes voces de la canción francesa del siglo XX. Nacida en 1944, la parisina se crio con su hermana y su madre soltera en un hogar marcado por la diferencia social entre sus progenitores, ya que su padre, con el que mantuvo contacto, era de una clase social muy superior a la de su madre. Aficionada a la música desde pequeña, en 1962, con tan sólo 18 años, triunfa internacionalmente con la canción “Tous les garçons et les filles”. El tema se convierte número uno en Francia y el EP que contiene la canción vende 700.000 ejemplares. La canción tiene tanto éxito que la parisina la graba también en inglés, italiano y alemán.

Convertida súbitamente en una estrella, portada de revistas, y protagonista de giras internacionales, por recomendación médica, la artista decide refugiarse de la persecución mediática en un lugar un tanto remoto de Europa, una región montañosa en el norte de España: Asturies. Fue este el modo por el que la cantante terminó pasando sus vacaciones de 1962 y 1963 en diferentes lugares de Asturies, y las de 1964 en un lugar a priori tan poco turístico como la cuenca minera del Caudal, y en concreto en una casa obrera del barrio de Santa Marina, en el concejo de Mieres, acogida por la familia del Río, con un pasado político marcado por la represión franquista. Así lo cuenta el imprescindible Blog del Acevedo, verdadero depósito digital de la memoria de las cuencas asturianas, que dedica una extensa y bien documentada entrada a narrar el episodio:

“La familia del Río había llegado a Santa Marina en 1954 después de que su padre José saliese de la prisión habilitada en Cangas de Narcea tras cumplir una larga condena por su militancia anarquista, y ya en el barrio mierense él y sus hijos se establecieron en viviendas próximas. La de Emilio estaba en La Plazina y en ella vivía con su mujer Pilar Álvarez y dos hijos. Quienes hayan conocido Santa Marina en aquellos años, sabrán que hablamos de casas humildes y con pocas comodidades, por lo que llama la atención el hecho de que la francesa, que entonces ya era muy famosa y estaba acostumbrada a alojarse en los mejores hoteles, se encontrase aquí a gusto compartiendo estos días con una familia que no podía ofrecerle ningún lujo. Seguramente la clave estuvo en que no vino sola, sino con su acompañante Michel Miroux, el batería de su conjunto, con quien parece que mantenía algo más que una amistad mientras se la relacionaba públicamente con el fotógrafo Jean-Marie Périer”. 

Aunque aquel Mieres que poco antes había vivido las grandes huelgas mineras de 1963 y 1964 no fuera el centro de París, el rumor de que aquella francesina tan guapa era la famosa cantante de “Les temps de l’amour” no tardaría en correr como la pólvora. En las romerías o en la plaza de Requejo muchos jóvenes descubrían incrédulos que esa chica que se parecía tanto a Hardy era realmente Hardy. Para su fortuna, en 1964 no existían móviles para sacar fotos, vídeos o hacerse selfies con lo que la estrella del pop francés disfrutaría de unas agradables y tranquilas vacaciones sin la presión de los papparazzis.

Pese al relativo anonimato con el que la francesa viviría su estancia asturiana, la prensa del corazón terminó haciéndose eco de las vacaciones de Hardy. En el reportaje publicado en Lecturas en agosto de 1964 “afirmó que lo que más gustaba de Asturias era la sidra” y dejó constancia de su afecto por la familia de acogida, los del Río: “Es la tercera vez que venimos y la primera que tenemos amigos de verdad. Los conocimos el año pasado: gente sencilla, muy atenta”.

Tras el verano de 1964 Hardy no volvió a veranear en Asturies, al menos que sepamos, pero mantuvo la relación con su familia de acogida. En los años siguientes su carrera seguiría evolucionando y madurando, consolidándose como una de las más grandes artistas del pop europeo del pasado siglo, y autora de himnos como “Comment te dire adieu”. En 2019 el Ayuntamiento de Mieres le rindió homenaje con un guateque en el Casino de Mieres. El título de la fiesta no pudo ser más explícito: “Françoise Hardy estuvo aquí (en Mieres)”.

NORTES  DdA, XX/5.677

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