miércoles, 5 de junio de 2024

¿AYUDARÁ A LA DERECHA O AL PSOE EL JUICIO DE PEINADO CON RECORTES DE PRENSA?


Gerardo Tecé

Siempre me ha fascinado la figura del buen tramposo, el profesional. El tipo que entra al supermercado, se mete un par de botellas de whisky bajo el chaquetón con las pulsaciones a sesenta y se larga, no sin antes saludar educadamente al segurata que está en la puerta. El árbitro vendido que tiene el inmenso talento de saber leer cuándo y cómo debe equivocarse para desequilibrar la balanza en favor del equipo que pagó y no deja rastro porque, joder, todos metemos la pata a veces. Hacer trampas y hacerlas bien es un arte al alcance de pocos. Requiere toneladas de discreción, temple y visión ágil de la situación. Hablo desde la experiencia. Una vez decidí copiar en un examen de la facultad y acabé recibiendo no sólo la atención, sino también la asistencia del profesor encargado del aula: ¿estás bien? ¿quieres un orfidal?

La justicia y los medios de comunicación son las herramientas más poderosas para hacer trampas en política. Históricamente, ha sido letal para el cargo público la portada del periódico diciendo que Fulano había robado o el rótulo bajo su imagen en televisión con la palabra imputado. No había carrera que resistiera eso. El poder de estas herramientas se sustentaba en la idea de que medios y jueces, con sus sesgos naturales, no dejaban de jugar en el terreno de cierta neutralidad basándose en la realidad. Una citación judicial coincidiendo con unas elecciones a la vuelta de la esquina te jodía la campaña. Una foto en portada con un gesto facial desagradable era una pequeña trampa rentable que inclinaba levemente el tablero sin llegar a poner en peligro el gran tesoro que es tener estas herramientas en tu mano. Eso se está acabando.

Hace años que la derecha española, sin más proyecto político que repetir ETA-Cataluña de lunes a domingo, se vio obligada a sobrevivir empeñando las joyas de su corona: el control de la prensa y de los jueces. Una herramienta de inmenso valor cuando su gestión era discreta pero que, tras años de abuso indisimulado, no vale ya casi nada. Son pocos los ciudadanos que se siguen escandalizando cuando el telediario de turno les indica cómo y con quién tienen que escandalizarse. Las zapatillas contra la tele dirigidas al político acusado se lanzan hoy contra el periodista al que las botellas se le caen del chaquetón y sonríe. Quedan pocos, tras años de desmelene, que sigan creyendo que los mandamases de la justicia se dedican a hacer cumplir la ley y no a cumplir una agenda política. Si la imagen del árbitro comprado que salta al campo pitando un penalti antes de empezar le parece una parodia exagerada, recuerde que hubo una manifestación de jueces contra la ley de amnistía antes de que la ley fuese redactada.

El juez Peinado, independiente padre de una concejala del PP madrileño y último héroe nacional, acaba de citar a declarar como imputada a Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno. A pocos días de unas elecciones esto es un escándalo, exclama Feijóo en el independiente programa de Susanna Griso, mientras todos lo vemos salir de la casa de empeños. Mientras vemos con claridad que lo que porta ya no son joyas, sino baratijas. La justicia y los medios, en otro tiempo herramientas útiles en manos de una derecha que las usaba para atraer votantes de diferentes espectros, son hoy generadores de contenido para la hinchada más fiel. Es decir, una herramienta rota que sólo vale ya para alimentar a los adictos de la política bajo demanda. Esos a los que no les supone un inconveniente que Puigdemont no sea un terrorista para acusarlo de terrorismo. Esos a los que les importa poco que la Guardia Civil le haya dicho al juez Peinado que se peine, que no hay mucho que hacer en este juicio fabricado con recortes de digitales que financia el partido al que pertenece la hija del juez.

Tiene mérito haber logrado, a base de abuso de la herramienta, que no esté nada claro si la imputación de la mujer del presidente ayudará a la derecha o animará al votante de izquierdas cansado de tramposos que no disimulan. Todo esto es un drama para el país, por supuesto, pero también un problema para los dueños de un cortijo construido sobre la idea socialmente aceptada de cierta neutralidad. En la derecha saben que el invento, útil tiempo atrás contra Podemos o los partidos independentistas, está dejando de funcionar. Que el PP haya evitado llamar a declarar en la comisión de investigación del Senado al corrupto Sánchez antes de las elecciones europeas es la mejor prueba.

CTXT

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