Félix Población
Pocos meses antes del asesinato en Granada del poeta y dramaturgo Federico García Lorca y semanas antes tal vez de tomar la decisión en Madrid de hacer ese viaje, creyendo que en su Granada iba a encontrarse mejor ante la posibilidad de que una parte del ejército se sublevara contra el gobierno republicano, el poeta rindió un homenaje a su compañero de generación Luis Cernuda con el texto que sigue, fechado el 21 de abril de 1936. Tal como señala el autor, el texto fue leído en un banquete que se le ofreció al poeta sevillano el 29 de ese mismo mes con motivo de la publicación de la primera edición del libro La realidad y el deseo, en la que se incluyen todos los poemas escritos hasta entonces por el autor. El acto tuvo lugar en el restaurante Los Galayos, que entonces se llamaba Casa Rojo, y en el mismo estuvieron presentes, bajo la presidencia de Cernuda, de izquierda a derecha, sentados: Eugenio Imaz (sin identificar), Helena Cortesina, Manuel Fontanal (oculto tras Cortesina), Santiago Ontañón, María Antonieta Agenaar, Concha Méndez, La Argentinita y J.E. Morena Báez. De pie, de izquierda a derecha: Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, María Teresa León y Víctor María Cortezo. Llama la atención la presencia de más mujeres de las habituales en este tipo de banquetes y, también, el hecho de que quizá nunca en la historia de la literatura española se pueda reunir a un número tal de poetas con una obra tan notable. Se echa de menos, como compañeros de la llamada Generación del 27, la presencia en el acto de Rafael Guillén, Dámaso Alonso o Gerardo Diego. Quizá nadie podría imaginar en esa fecha que la mayoría de los nombrados se vería obligados a tomar el amargo camino del exilio, con la victoria del dictador, ni mucho menos que quien leyera este texto sería asesinado vilmente por aquellos que impusieron un régimen huérfano de esas voces y tantas otras de la cultura, la ciencia, el arte y el pensamiento como mantuvieron su lealtad y esperanza en la Segunda República. Dijo Federico:
"No
vengo yo en este momento a esta mesa como amigo de Luis Cernuda, ni amigo
vuestro, ni a ofrecer este banquete para cumplir un rito gastado ya en tantas
farsas con discursitos decorados, con envidias cubiertas de veneno y lágrimas
de cocodrilo. No vengo tampoco dispuesto a que mi voz la lleve el aire para
recibir en cambio, como tantas veces, una bandeja de aplausos coronada por un
“muy interesante” de merengue. Yo vengo para saludar con reverencia y
entusiasmo a mi “capillita” de poeta, quizá la mejor capilla poética de Europa,
y lanzar un vítor de fe en honor del gran poeta del misterio, delicadísimo
poeta Luis Cernuda, para quien hay que hacer otra vez, desde el siglo XVII, la
palabra divino, y a quien hay que entregar otra vez agua, juncos y penumbra
para su increíble cisne renovado.
No me equivoco. Lo que voy a decir es verdad y
está en la conciencia de toda persona sensible. La aparición del libro La realidad y
el deseo es una efemérides importantísima en la gloria y el
paisaje de la literatura española. No me equivoco, porque para decir esto aquí
yo he luchado a brazo partido con el libro, leyendo sin gana al acostarme, al
levantarme; leyendo con dolor de cabeza, sacando ese poquito de odio que
sentimos todos contra autores de obras perfectas; pero ha sido inútil. La realidad y
el deseo me ha vencido con su perfección sin mácula, con su
amorosa agonía encadenada, con su ira y sus piedras de sombra. Libro delicado y
terrible al mismo tiempo, como un clave pálido que manara hilo de sangre por el
temblor de cada cuerda. No habrá escritor en España, de la clase que sea, si es
realmente escritor, manejador de palabras, que no quede admirado del encanto y
refinamiento con que Luis Cernuda une los vocablos para crear su mundo poético
propio; nadie que no se sorprenda de su efusiva lírica gemela de Bécquer y de
su capacidad de mito, de transformación de elementos que surgen en el bellísimo
poema El
joven marino con la misma fuerza que en nuestros mejores
poetas clásicos. Entre todas las voces de la actual poesía, llama y muerte en
Aleixandre, ala inmensa en Alberti, lirio tierno en Moreno Villa, torrente
andino en Pablo Neruda, voz doméstica entrañable en Salinas, agua oscura de
gruta en Guillén, ternura y llanto en Altolaguirre, por citar poetas distintos,
la voz de Luis Cernuda erguida suena original, sin alambradas ni fosos para
defender su turbadora sinceridad y belleza.
La pluma que dibujó los primorosos mapas de los árabes, la que inventó clavellinas y negras mariposas en las cintas de los niños muertos, la pluma que ha escrito con sangre una carta de amor sobre la que después se ha escupido, la que ha copiado con temblor un torso de Apolo en la agonía de los institutos, pluma de pena y frenesí de rocío. es la que ha sostenido entre sus dedos Luis Cernuda mientras oía la voz que dictaba su Realidad y el deseo. Desde que el poeta canta en 1924: Va la brisa reciente/por el espacio esbelta/ y en las bojas, cantando,/abre una primavera, empieza un duelo con sus tristezas, con su tristeza de sevillano profundo, duelo elegantísimo, con espadín de oro y careta de narcisos; pero con miedo y sin esperanza, porque el poeta cree en la muerte total. Este duelo sin esperanza de paraíso, que hace que el poeta quiera fijar eternamente los hombros desnudos de un navegante o una momentánea cabellera, anima todas sus páginas, hasta que al fin cae victoriosamente rendido.
No es hora de que yo estudie el libro de Luis Cernuda, pero sí es la hora de que lo cante. De que cante su espera inútil, su impiedad, y su llanto, y su desvío, expresados en norma, en frialdad, en línea de luz, en arpa. No me equivoco. No nos equivocamos. Saludemos con fe a Luis Cernuda. Saludemos a La realidad y el deseo como uno de los mejores libros de la poesía actual de España".
Por su parte, Luis Cernuda escribió este maravilloso poema como homenaje a un poeta muerto, del que lo único que posiblemente extraña es que lo titulara así, cuando tan rotundo e intenso de razón y emoción es en su desarrollo contra tan brutal e inicuo asesinato:
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