domingo, 28 de abril de 2024

OVIEDO, VISITA GUIADA: DE CARBAYONES Y MOSCOVITAS


Manuel Maurín

Al principio del recorrido, por el entorno de San Vicente y la Catedral, la guía explicaba el origen de la ciudad y la importancia de los monumentos medievales erigidos por la monarquía asturiana y, sobre todo, por la iglesia. Una de las turistas le preguntó de dónde había salido tanto dinero para costear aquellas obras fastuosas, a lo que contestó que fundamentalmente de las donaciones, las peregrinaciones y las rentas de la tierra que acumulaban los monasterios. Rentas que, añadidas a los ingresos del comercio, también habían servido para financiar los grandes palacios barrocos erigidos por la nobleza en los siglos XVII y XVIII, que visitaron después.

Desplazado el grupo hacia la Escandalera y el Paseo de los Álamos, la misma turista, a los pies del conjunto escultórico de José Tartiere – con el preboste tallado en bronce y acompañado por agradecidos y sumisos obreros pétreos- volvió a insistir en el origen de los fondos que habían permitido la construcción de los hermosos edificios modernistas que se abrían a la propia plaza y se alineaban por la calles de Fruela, Uría y Marqués de Santa Cruz.

-Pues aunque no soy especialista supongo que, además del capital acumulado y el retornado de Indias, habrá tenido mucha importancia la expropiación de bienes a la iglesia tras la desamortización y, sobre todo, las plusvalías de los negocios industriales, ferroviarios y bancarios.

Mientras subían hacia el Palacio de Congresos de Calatrava, la guía ya iba preparando una respuesta sobre su financiación, aunque no sería fácil de explicar dado el enrevesado proceso de privatizaciones, especulación, sobrecostes y pelotazos que acompañaban al caso. Sin embargo, no hizo falta que se explayara porque rápido un valenciano del grupo se le adelantó contando lo que había ocurrido con la Ciudad de las Artes y las Ciencias, del mismo arquitecto y con bastantes rasgos comunes en la operación urbanística. Otros integrantes del grupo, de diversas ciudades, también se animaron a decir que conocían casos similares y las conversaciones derivaron definitivamente hacia la vertiente socioeconómica en detrimento de la histórico-artística.

En la última parada de la visita, sobre la Losa de Renfe -y hablando del Cinturón Verde- volvió a la carga la señora del principio:

-Perdone ¿Y no hay algo en la ciudad que se haya construido sin especular o robar? ¿Algo que sea el resultado del altruismo, la colaboración o el trabajo voluntario?

La guía pensó en diversas iniciativas y citó el Campo de San Francisco, que ya habían visitado, y el acueducto de Los Pilares, cuyo único tramo conservado tenían enfrente y que había sido construido en el siglo XVI con impuestos que grababan el comercio del vino y la sidra en la ciudad.

-¿Y algo más reciente?

-Ejem…bueno, hace unos años, el tejido vecinal, en colaboración con el ayuntamiento, diseñó un hermoso parque lineal en sustitución de la autopista que rompía los barrios orientales y, tras aprobarse en concurso público un proyecto destinado a tal fin, fue premiado con fondos europeos y muy apreciado a nivel nacional e internacional: El Bulevar de Santuyano, se llamaba.

-¿Y donde está? ¿lo podemos visitar?

-Se lo comentaré en privado. Muchas gracias por su atención y que sigan disfrutando de la ciudad. Les recomiendo los carbayones de Camilo de Blas y las moscovitas del Rialto.

DdA, XX/5625

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