Habrá quien considere la conclusión final de Nacho Morán extrema, pero quienes como él asistimos a lo que representó la Gran Enciclopedia Asturiana en su día no la juzgamos así. Silverio Cañada fue un gran editor que no merece -ni él ni quienes conocieron y valoraron su empresa-, por mucho que hayan cambiado las circunstancias y el modo de adquirir conocimientos, una escena de calle como la que anota Nacho en su comentario, por mayores que nos hayamos hecho. Si hemos llegado a un momento histórico en el que las enciclopedias en papel estorban y no tienen acomodo en colegios ni bibliotecas, habría que reparar en si la conservación de la cultura y el conocimiento en soportes digitales tienen garantizada su conservación por tanto tiempo al menos como lo tuvieron los libros impresos a lo largo de los siglos, salvo incendio, guerra o barbarie. Personalmente, este Lazarillo cada vez echa más de menos el papel como soporte mental de la memoria y le cuesta admitir que la Gran Enciclopedia Asturiana se haya convertido sólo en papel reciclable.
ME ESTOY HACIENDO MAYOR
Nacho Morán
El viernes a eso de las 21,30 h, cuando me dirigía de la tienda a casa, me encontré a un señor con un carrito de la compra, aparcándolo justo al lado del contenedor de papel de COGERSA. Lo abre y comienza a sacar del carrito, uno a uno, los 14 tomos de la Gran Enciclopedia Asturiana, impolutos como recién encuadernados en polipiel rojo y estampaciones en oro. Ante mi asombro los va arrojando al contenedor.
-¿Que hace, porque los tira?- " En casa tengo poco sitio y esto ya no lee nadie". ¿Pero comprastelos y ahora tirelos? -le dije- " No, yo no los compré, eren de mi madre", me contestó. " Pero no los tires, llévalos a un colegio, a una residencia de ancianos...." . Respuesta: "Los güajes anden con la tablet y los viejos solo ven la tele"
Y me fui, acordándome del gran trabajo que hizo en su día mi amigo Silverio Cañada (ausente) o de las miles de casas donde gracias a esta enciclopedia conocimos a Asturias y su gentes. Me acorde también de mi camarada Albino Suárez que vendió miles de ellas en el Valle del Nalón.
Debo estar haciéndome mayor, pues cada vez entiendo menos este fabuloso mundo de mierda.
DdA, XX/5601
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