Como Willi Veleta, que además de reportero a pie de calle es un estupendo articulista, siempre está allí donde la noticia es ignorada o despreciada por aquellos medios de conformación de masas, no podía faltar en la concentración celebrada ante el Ministerio de Asuntos Exteriores, en la que se pidió libertad para el periodista español Pablo González, que lleva más de dos años preso e incomunicado en una cárcel de Polonia. A este Lazarillo le habría gustado ver más gente en esa convocatoria, sobre todo de alguna organización profesional de periodistas. También a algunos compañeros ya jubilados o retirados, que nada tendrían que perder profesionalmente en las empresas donde ganaron nombradía y que sí ganarían en solidaridad con un colega encarcelado. Pedírselo a quienes ejercen también sería preciso, tal como ocurrió en el pasado con más respaldo que ahora, pero no hay que olvidar que Pablo González no es un preso de Polonia, como se dice en la concentración, sino un preso de la OTAN, que tanto puede y silencia sin falta de encerrar a nadie en una celda de seis cinco o seis metros cuadrados 22 horas al día durante casi 800.
DdA, XX/5579
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