Félix Población
Desde que Rusia invadió Ucrania, ante el acoso a que fue sometida por la OTAN, aquí en la la Europa de la OTAN ha ido creciendo política y mediáticamente un clima prebélico que en las últimas semanas da casi por inminente un conflicto armado que, de producirse, tendría muy graves consecuencias para el viejo continente, no en vano Rusia es una potencia nuclear.
La belicosidad ha llegado incluso al grado de que en Alemania se llegue a hablar de recuperar el servicio militar obligatorio para que, en lugar de los profesionales de las armas, puedan repetirse masacres en las que pierdan la vida, mayormente, quienes obligatoriamente han de alistarse para pagar con su sangre las guerras que otros organizan. También el actual gobierno de este país, formado por socialdemócratas, verdes y liberales -no por una extrema derecha más o menos neonazi-, estudia la posibilidad de que en los colegios se den clases de defensa y se fomente el espíritu patriótico, de tan atroz memoria para la historia de la humanidad, con y sin mayúscula.
No está de más, por lo tanto, ante una coyuntura tan peligrosa como la actual, echar una ojeada a las hemerotecas y leer, como ha hecho Macrino Fernández Riera, lo que eran las guerras coloniales de esta España nuestra cuando las familias modestas que no podían pagar la liberación de ese servicio militar forzoso sufrían la muerte de padres, maridos y hermanos por defender patrióticamente en el norte de África los intereses de la plutocracia -tal como leemos en el diario El País de la época- en la firma de la Compañía Española de Minas del Rif, ante los ataques de las tribus rifeñas que, como naturales de aquellas tierras, se oponían a las concesiones realizadas a las empresas extranjeras para la explotación de sus recursos.
Si no se contaba con los 6.000 reales para lo que se denominaba redención en metálico, que te eximía del servicio militar, el proletariado y el campesinado español, sobre todo, eran carne de cañón en aquellas sangrientas guerras de las primeras décadas del pasado siglo. Esa cantidad de dinero representaba el salario de casi dos años para la mayoría de los miles de soldados muertos por dios y por la patria, cuando también de seguro que también se inculcaba el patriotismo como materia escolar.
DdA, XX/5593
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