José Ignacio Fernández del Castro
«La memoria es una experiencia sustituta, en la cual se da todo el valor emocional de la experiencia actual sin su tensión, sus vicisitudes y sus perturbaciones..»
John DEWEY ( 1859- 1952): Experiencia y Educación (1938).
Los nuevos derroteros educativos han encontrado el mal de la educación: los contenidos… En sus apuesta por transmitir cualquier conocimiento sólo a partir de situaciones de aprendizaje, no son pocas las dóciles voluntades pedagógicas (esas que llamábamos, en tiempos más rebeldes y creativos, “fofos”, como sincopado sarcasmo de “formadores de formadores”) que llegan a decir sin rubor en sus cursos que “el mayor obstáculo que los sistemas educativos han tenido para potenciar el aprendizaje son los contenidos”… Así que con esas situaciones de aprendizaje parecen haber descubierto la piedra filosofal de la didáctica toda: el aprendizaje sin contenidos… Y seguramente hasta se atreverán a citar en el origen de su discurso la decidida teoría experiencial extendida (Experiencia e Idealismo Colectivo, 1907; La experiencia y la Naturaleza, 1925; El arte como experiencia, 1934; Experiencia y educación, 1938) del venerable idealista liberal John Dewey, pero éste era plenamente consciente de que cada individuo no puede estar repitiendo durante su vida todas las experiencias relativas a los conocimientos que necesita, porque ya están hechas y porque en tal situación no habría realmente posibilidades de someter a crítica el saber heredado y avanzar en el conocimiento… Si Dewey viviese hoy se daría cuenta, sin duda, de que la inmensa mayoría de las situaciones de aprendizaje que se proponen (y se pueden proponer) son tan extrañas a la experiencia de quien pretende aprender (incluso a sus intereses y a su contexto vital) como el recitado de la lista de los reyes godos.
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