Diego Cañamero
Ayer por la mañana, mientras paseaba por el campo, me detuve a observar este sembrado de cártamo.
Esta planta oleaginosa originaria de la India ha sido utilizada para varios fines: por ejemplo, hasta mediados del siglo pasado eran sus flores las que se utilizaban industrialmente para obtener colores (sobre todo rojo y amarillo); posteriormente, su semilla es transformada en aceite para el consumo humano y para piensos de animales, que por cierto, el aceite es de buena calidad.
A raíz de todo esto, el nombre de CÁRTAMO me hizo recordar cuando mi madre me contaba cómo las tropas de Franco entraron por el municipio de Campillos (Málaga) arrasándolo todo.
Ellos/as, junto a sus familias y cientos de personas del pueblo tomaron la carretera dirección a CÁRTAMA huyendo de las tropas fascistas, y contaba que, por el camino y con el fin de evitar ser vistos por la aviación franquista que los bombardeaban desde el aire, iban quemando los campos que estaban sembrados de trigo y CÁRTAMO para evitar ser vistos ya que el humo que desprendía el fuego de estas cosechas dificultaban la visibilidad de los pilotos.
Esta planta es espinosa y cuando está seca no se puede andar sobre ella porque pincha demasiado. Los franquistas obligaban a que algunos prisioneros republicanos/as antes de ser fusilado/as se metieran desnudos por encima del CÁRTAMO.
En esas fechas casi todas las plantas que había en el campo estaban manchadas de sangre de personas inocentes que, por defender la democracia y la república, lo pagaron con sus vidas.
En esa carretera dirección a Cártama, durante el silencio de las noches, aún se puede "escuchar" el llanto de unos niños y niñas asustados/as envueltos en el delantal de sus madres que corrían para salvar sus vidas, y entre ellas se encontraba mi familia, en cada una de sus curvas están sus lágrimas, las huellas de sus zapatos y en sus cuestas, el sudor que iban derramando cargados/as de miedos, camino de Málaga.
Después de este pensamiento, seguí mi camino matinal, con este recuerdo triste pero a la vez, disfrutando del verdor del campo que han dejado las últimas lluvias y con los deseos de que esos campos de CÁRTAMO no vuelvan a ver los crímenes que cometieron los fascistas.
Hay que conservar la memoria y rescatar la historia de lo que ocurrió para que no se vuelva a repetir.
DdA, XX/5589
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