martes, 12 de marzo de 2024

AL JAZEERA RECUERDA A LOS 13.000 MENORES ASESINADOS EN GAZA


Para conmemorar la primera noche del Ramadán, el canal de televisión Al Jazeera, algunos de cuyos periodistas fueron asesinados por el Estado de Israel en la Franja de Gaza (más de un centenar en total -todos palestinos- según la organización profesional Reporteros sin Fronteras), ha emitido su programación informativa desde un estudio en el que se pueden leer los nombres de los 13.000 menores gazatíes asesinados en los últimos cinco meses de invasión/ocupación armada israelí de aquel territorio palestinos. A esos nombres inscritos en el estudio, los acompañamos desde España con el recuerdo de los versos del poeta español Vicente Aleixandre (Premio Nobel de Literatura, 1977), pertenecientes a su poema Oda a los niños muertos por la metralla, cuando Madrid fue bombardeada por la aviación alemana del Tercer Reich durante la Guerra de España. Se calcula que ese régimen de espanto asesinó a un millón de menores judíos en los campos de concentración. Los nazis justificaban el asesinato de niños de etnias que consideraban “indeseables” o “peligrosas” como parte de la “lucha racial” o como una medida de seguridad preventiva. Los asesinaban por estas razones ideológicas, y también como represalia por ataques partisanos reales o supuestos que consideraban como acciones terroristas. En aquellos años el mundo ignoraba aquel genocidio, pero del que vivimos en nuestros días tenemos constancia diaria sin que nada ni nadie ponga fin a esta nueva barbarie, protagonizada por el estado de quienes sufrieron la anterior. Lazarillo 


Se ven pobres mujeres que corren en las calles
como bultos o espanto entre la niebla.
Las casas contraídas,
las casas rotas, salpicadas de sangre:
las habitaciones donde un grito quedó temblando,
donde la nada estalló de repente,
polvo lívido de paredes flotantes,
asoman su fantasma pasado por la muerte.
Son las oscuras casas donde murieron niños.
Miradlas. Como gajos
se abrieron en la noche bajo la luz terrible.
Niños dormían, blancos en su oscuro.
Niños nacidos con rumor a vida.
Niños o blandos cuerpos ofrecidos
que, callados los vientos, descansaban.
Las mujeres corrieron.
Por las ventanas salpicó la sangre.
¿Quién vio, quién vio un bracito
salir roto en la noche
con la luz de sangre o estrella apuñalada?
¿Quién vio la sangre niña
en mil gotas gritando:
¡crimen, crimen!,
alzada hasta los cielos
como un puñito inmenso, clamoroso?
Rostros pequeños, las mejillas, los pechos,
El inocente vientre que respira:
La metralla los busca,
la metralla, la súbita serpiente,
muerte estrellada para su martirio.
Ríos de niños muertos van buscando
un destino final, un mundo alto.
Bajo la luz de la luna se vieron
las hediondas aves de la muerte:
aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierra
la destrucción de la carne que late,
la horrible muerte a pedazos que palpitan
y esta voz de las víctimas,
rota por las gargantas, que irrumpe en la ciudad como un gemido.
Todos la oímos.
Los niños han gritado.
Su voz está sonando.
¿No oís? Suena en lo oscuro.
Suena en la luz. Suena en las calles.
Todas las casas gritan.
Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte.
Seguís. De ese hueco sin puerta
sale una sangre y grita.
Las ventanas, las puertas, las torres, los tejados
gritan, gritan. Son niños que murieron.
Por la ciudad gritando,
un río pasa: un río clamoroso de dolor que no acaba.
No lo miréis: sentidlo.
Pequeños corazones, pechos difuntos, caritas destrozadas.
No los miréis: oídlos.
Por la ciudad un río de dolor grita y convoca.
Sube y sube y nos llama.
La ciudad anegada se alza por los tejados y alza un brazo terrible.
Un solo brazo. Mutilación heroica de la ciudad o su pecho.
Un puño clamoroso, rojo de sangre libre,
que la ciudad esgrime, iracunda y dispara.

DdA, XX/5583

No hay comentarios:

Publicar un comentario