Lourdes Prieto
Creímos que ser clase media nos haría más felices, que aparentar riqueza nos haria más felices, que derrochar potingues y trapitos, comer foie, estirar la barbilla y el meñique, entender de vinos, diferenciar aguas, o viajar para contarlo, nos llevaría a la felicidad.
Creímos que competir en cualquier campo con los otros y con nosotros, despreciar a los otros y a nosotros, distanciarnos de nosotros y los otros, sería la forma de alcanzar un triunfo que, si llegó, fue inane.
Creímos en todo lo que al neoliberal le llena la cartera y a nosotros nos desborda de fragilidad y agotadora angustia.
Creímos en todo, menos en la generosidad, en la bondad, en la dicha de la frugalidad, en la belleza transparente de las cosas simples, en la serenidad, en lo lento.
Y hoy deberíamos haber comprendido que, o frenamos y mimamos lo esencial, que es muy poquito, o nos miramos en los ojos de los otros, y miramos a los otros, o vamos de culo.
DdA, XX/5.558
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