viernes, 9 de febrero de 2024

MI PROPIA AVENTURA CON EUROVISIÓN (UNA CONFESIÓN INTEMPESTIVA)

Inés Marful

Aunque a estas alturas solo lo saben los íntimos, cuando tenía veinte años envíe una maqueta a la Sociedad Fonográfica Asturiana. Poco después, me llamó Víctor Manuel (qué personaje…) manifestando su interés en producirme. No cantaba mal, no tocaba mal el piano, era “guapina” y componía canciones como rosquillas. Me reuní con Calzadilla, él entonces director de la Fonográfica, y con el propio Víctor Manuel. Comimos en Casa Conrado y enseguida me vi viviendo en Madrid y con un contrato con Hispavox por tres años. Me hizo especial ilusión ser compañera de cuadrilla de Mari Trini. El caso es que un viernes, como hoy, Víctor me citó en Barajas para viajar juntos a Londres a grabar la canción que iba a ir a Eurovisión. Así, como suena. Me dejó plantada y nunca más volví a hablar con él. La que fue a Eurovisión (se dijo que había ligado con el emérito, lo que parecía haber modificado los planes, aunque nunca se me dijo con ninguna explicitud) fue, al fin, Paloma San Basilio. Pues bien, la canción que yo llevaba se titulaba Vestida para matar. Hoy me hubieran expulsado hasta del sistema métrico por aquella declaración de intenciones románticamente repulsiva, y Santas Pascuas. Todavía hoy se la tarareo en privado a quien quiere oírla.
Dicho queda para que se sepa, por si no se sabía, aquello de sic transit caca mundi. De estas chorradas también está hecha la vida. Mi propia vida.
PD. De todo ello queda mi inveterado amor por el piano y por Mari Trini. Hay más teología en una sola nota que en toda la historia de la patrística.

DdA, XX/5.564

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