Félix Población
La selección española de fútbol femenino sigue dando satisfacciones a quienes siguen su actividad deportiva. Después de haber conseguido ser campeonas del mundo, ayer han logrado ser campeonas de la Liga de Naciones tras derrotar a la selección francesa en un partido al que asistieron más de 30.000 espectadores, entre los que era mayoritaria la presencia de mujeres. Hace no más de veinte años, cuando mi hija era una niña y se empeñaba en darle patadas al balón en los recreos de su colegio, opté por comprarle un balón de reglamento, un objeto que con la bicicleta y el tren eléctrico formó parte del triple sueño de mi niñez, sin llegar a alcanzarlo. Me pareció estupendo que a mi hija le gustara el fútbol y que jugara además con el entusiasmo que podría tener cualquier chico de su edad, equivalente al que yo también tuve a sus años. No podía imaginar entonces, hace no más de dos décadas, que algún día estaría viendo encantado por televisión a unas futbolistas de toda una selección nacional campeona del mundo llevarse otra vez un importante trofeo de una competición internacional. Al hecho de verlas jugar con una soltura y calidad fuera de toda duda, hay que añadir la limpieza en el juego que caracteriza al fútbol femenino, así como la absoluta carencia de histrionismo en su comportamiento, sin tanganas, escupitajos o enfrentamientos violentos entre las futbolistas. No, no me podía imaginar que ese fútbol, además, iba a contar con más de 30.000 espectadores en un estadio, y que esas jugadoras, a la hora de hacer balance de su sobresaliente trayectoria, se mostrasen con la sencillez, espontaneidad y absoluta falta de ego con la que ayer nos contaron en Teledeporte sus éxitos. Mi enhorabuena a todas, por jugar como juegan y por ser como son. Me parece que están haciendo mucho más por la mujer que destacar como futbolistas.
DdA, XX/5571
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