Lazarillo
Con toda seguridad, Daniel Gavela, que fue director de la SER, no recordará a aquel compañero con el que viajó en metro en más de una ocasión cuando ambos trabajaban en una misma empresa. Los dos eran muy jóvenes entonces y el país vivía los primeros años de lo que se dio en llamar transición democrática. Sus vidas profesionales llevarían después caminos muy distintos. Quizá porque uno no se creyó lo de la transición democrática cuando no dejaban de quedar impunes algunos de los atentados que acabaron con la vida de jóvenes demócratas, mientras que el otro asumió lo que venía adaptándose a las circunstancias. Pues bien, el director de la SER dijo en una entrevista que, cuando tuvo lugar aquel debate moderado por Angels Barceló en el que concurrían los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, y que acabó con la marcha del estudio de Pablo Iglesias por negarse Rocío Monasterio a condenar los ataques fascistas que sufría su familia, estuvo a punto de liarse a hostias con Iglesias ante las recriminaciones que le hizo éste, de las que luego se disculpó. Este Lazarillo no sabe muy bien qué pretendió Gavela con esta confesión, pero me temo que no lo deja en muy buen lugar. Máxime por un asunto en el que un invitado de la SER, cuya familia venía sufriendo un acoso fascista en su domicilio durante meses, tiene razones para indignarse ante una invitada de la SER que se niega a condenar ese acoso. Si es a hostias como el director de la SER se sintió llamado a resolver la cuestión, estarán conmigo en que muy democrático y profesional no es.
DdA, XX/5.562
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