sábado, 6 de enero de 2024

LOS REYES NO SON LOS PADRES, PERO TAMPOCO SON ELLOS MISMOS


Enrique García Trinidad

A ver si me entero: Cuando se redactaron los evangelios parece que había que cumplir con lo dicho en el Antiguo Testamento, así que alguien se sacóde la manga unos personajes siguiendo lo del libro de los Salmos 72,12 : "Los reyes de Tarsis y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán impuestos; todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones.". Otras traducciones lo dicen un poco distinto, pero es lo mismo.
Por eso en el evangelio de Mateo leemos: "Después de nacer Jesús en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes, unos Magos [otros traducen "sabios"] llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle". No parece que se atrevieran los redactores del evangelio de marras a decir que fueran reyes, tampoco se pusieron de acuerdo en si eran magos o sabios, incluso hay quien afirmó que serían sacerdotes de las tierras persas, seguidores de Zoroastro y su religión mazdeísta. De los reinos de Sabá y Seba no menciona nada Mateo, porque vete a saber dónde estaba eso; y lo de "pagar impuestos" parece que no se consideró oportuno que el niño dios viniera en plan de inspector de Hacienda. Y conste que cuentan que el evangelista Mateo empezó como recaudador de impuestos en Judea.
Tampoco se habla de que fueran tres, más bien parece que al haber tres ofrendas, asignaron una por persona y se quedaron tan frescos. Eso sí, hay tradiciones como la armenia que cuenta que eran doce. En la catacumba de Priscila de Roma aparecen por primera dibujados en la pared como si fueran tres. Sigo sin enterarme del todo. Menos mal que por decisión del Papa León I, en el siglo V, se dejó claro eso de que eran tres. A este papa hay que creerle porque hasta fue capaz de negociar con Atila y convencerle para que no saquease Roma, así que quién le va a llevar la contraria.
De los nombres ya ni hablamos, he oído que en distintas tradiciones y evangelios apócrifos les llaman de diversas maneras: Larvandad, Horminisdas y Gushnasaf o Melichior, Gathaspa y Bithisarea, etc. aunque los nombres que aquí conocemos aparecen en un mosaico de una iglesia de Rávena: Balthassar, Melchior y Gaspar, encima de sus tres figuras oferentes, por cierto con unos gorros frigios rojos, que no se sabe si venían de lo que hoy es Turquía o, viajando en el tiempo, de la mismísima revolución francesa.
Y encima, eso de representarlos en los belenes llevando sus regalos al recién nacido pues no parece muy oportuno porque se menciona en el evangelio que "entraron en la casa", así que los padres de la criatura ya debían haber alquilado una vivienda o vete a saber.
Para colmo, también tiene su gracia que desde la Edad Media representen a los tres acostaditos en una misma cama siendo avisados por un ángel para que huyan del cabrito de Herodes. Quiero creer que eran buenos amigos y compartían el lecho y no que estaban haciendo un extraño trío.
También resulta que al principio siempre eran representados con la tez blanca, y sólo hacia el siglo XIV, intentando representar los territorios conocidos entonces —Europa, Asia y África—, decidieron representar a uno de ellos como negro y así ha quedado. Incluso hay quien afirma que así se les asimilaba a los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet—. Recordemos que Cam parece que era más oscuro de color y representaba a África y que habiendo sido maldecido por su padre —Dios parecía estar de acuerdo— sirvió para que gobernantes, traficantes y hasta misioneros justificasen durante siglos la esclavitud de los negros africanos. La cosa tiene su miga.
Hay tradiciones que afirman que después se convirtieron en discípulos de santo Tomás, que se bautizaron y terminaron siendo obispos. También se cuenta que fueron a predicar a la India y allí fueron martirizados, Y sus restos , por lo visto, no pararon de dar vueltas, de la India a Saba, de allí a Constantinopla y luego a Milán y más tarde a la catedral de Colonia.
En fin, amable lector, que sigo sin enterarme del todo, pero me permito desear que estos curiosos individuos, fueran reyes o magos, blancos o negros, asiáticos o tartessos, sacerdotes o astrónomos vuelvan a ver la estrella milagrosa, lleguen hasta tu casa y te traigan los regalos que apetezcas. Y si de paso ponen algo de orden y paz en el mundo pues miel sobre hojuelas.

DdA, XX/5.532

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