Bien está para abrir el nuevo año ya en curso, y dado que la última actividad del pasado fue una ascensión mucho más modesta de este Lazarillo hasta la perenne fuente de La Gorgorita, que este DdA en su vigésimo aniversario abra 202 con este breve texto de Ramón, curtido en rampas más altas, al que siempre le recomiendo contar sus gozosas y esforzadas rutas, consciente de que el resultado será también gozoso para sus lectores.
Ramón García Piñeiro
Antes valoraba los años por palabras publicadas, ahora por pedaladas dadas. Así como todo cambia, que cambien mis prioridades no es extraño. Bajo el telón con más de 15.000 kilómetros, entre los que figuran las ascensiones al serpenteante Stelvio, la agónica Marmolada, el vertical Mortirolo, el asfixiante Gavia o el tortuoso y artero Giau, que nunca se da por vencido, escenarios donde se hicieron legendarios algunos de mis héroes inmortales. Sudor y púrpura, boqueando como un pez de ciudad allí donde el oxígeno escasea porque el aire, como el barquito de papel, quedó varado en una revuelta del camino. Tras las campanadas, cerraré los ojos y conciliaré el sueño cabeceando por las sinuosas rampas de Restefond-La Bonette, San Gotardo o el Grossglockner, mis nuevos retos. Antes, como en Ciudadano Kane, agitaré mi bolita de nieve para conjurar una Nochevieja remota de mediados de los sesenta, en los barracones de El Serrallo, la última de mi padre, cuando no teníamos nada, pero nada nos faltaba. Para compensar tanta saudade, prometo que mañana, para regocijo de Pablo Barrio, os contaré el menú de fin de año. Salud y ventura para todos mis amigos (y enemigos) de facebook, con mis mejores deseos.
DdA, XX/5.529
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