Como bien dice el articulista al final de su texto, que comparto íntegramente, no debería la profesión de periodista rendirse. Por eso debe seguir exigiendo, allá donde se pueda escuchar su voz, la libertad de Assange y de Pablo González (casi dos años en una cárcel polaca), poder acceder a todas las fuentes y denunciar los crímenes de los terroristas sionistas que han bombardeado y asesinado a decenas de periodistas palestinos para evitar que cuenten la limpieza étnica de Gaza y Cisjordania y el Holocausto de Palestina. Que se rinda Pedro J. y todos cuantos han contribuido al desprestigio de la profesión.
Vicente Bernaldo de Quirós
Ahora que hemos sorteado, de momento y de milagro, una norma europea que permitía espiar a los periodistas, es bueno reflexionar sobre la perdida de influencia de una profesión cuyo fin es contar la verdad sin interferencias y asumir que nos hemos rendido a los grandes poderes del mundo. Si la ley que pretendía censurar lo que escribimos y escuchar nuestras crónicas se promulgó en el ámbito de la UE, uno de los espacios más liberales, imaginaros lo que sucede en otras partes del mundo con menos recursos contra el silencio.
Empezamos a rendirnos en los últimos tiempos cuando accedimos a acudir como empotrados con los militares yanquis en la guerra de Irak que nos vetaba la posibilidad de informar sin cortapisas del transcurso del conflicto y dejarnos presionar por la versión del Pentágono. Nos callamos como muertos o, al menos, no presionamos lo suficiente, para exigir la entrega a Estados Unidos de los tres militares que asesinaron alevosamente a nuestro compañero José Couso en un hotel de Bagdad.
Vociferamos mucho a favor de la libertad de expresión e incluso algunos periódicos sacaron tajada de las exclusivas de Wikileaks, nunca desmentidas por sus protagonistas, pero cuando la CIA ordenó la detención de Julian Assange, con mentiras y bulos, muy pocos denunciaron la agresión a un periodista que hizo lo que deberíamos hacer todos: desmontar las trampas de los esbirros de Washington. Y ahí sigue el buen hombre, preso y moribundo en una cárcel inglesa,.porque los británicos son unos buenos mayordomos cuando se lo ordena el imperio de las barras y las estrellas. Y cuando se muera en prisión, será el hipócrita llanto y crujir de dientes de Su Graciosa Majestad.
En la guerra de Ucrania, nos dejamos llevar por lo políticamente correcto y decidimos no hacer oposición al cierre de Russia Today, porque nos contaron que era la voz del Kremlin y no se podía difundir la versión de Putin, aunque solo fuera para contrastar la opinión de Zelenski, que es el ABC del periodismo. Así estamos desinformando al mundo de lo que sucede en el frente y lo que opinan los habitantes de las regiones del Dombas. Todo sea por la salud y los intereses de la OTAN y de la Casa Blanca.
Y hemos llegado al cinismo de exigir la libertad de periodistas iraníes y cubanos, que no está mal, pero pasar olímpicamente de un colega español, Pablo González, que lleva más de dos años en una cárcel polaca, sin juicio ni acusación, solo porque tiene pasaporte ruso por la sencilla razón que es descendiente de un niño de la guerra y tiene doble nacionalidad, por hijo de ruso y española. El Gobierno progresista pone cara de circunstancias y no exige a Polonia su libertad, como haría con cualquier compatriota detenido injustamente.
En fin, queridos, que los periodistas hemos decidido salir a informar con los brazos en alto y el carnet en la boca, como en tiempos de la dictadura, pero con menos conciencia profesional y más frivolidad gremial.
No obstante, que no cuenten conmigo. Me niego a seguirle el juego a los adalides del conformismo profesional. Yo no me rindo y seguiré exigiendo la libertad de Assange y de Pablo González, poder acceder a todas las fuentes y denuncia los crímenes de los terroristas sionistas que han bombardeado y asesinado a decenas de periodistas palestinos para evitar que cuenten la limpieza étnica de Gaza y Cisjordania y el Holocausto de Palestina. Que se rinda Pedro J.
DdA, XIX/5.526
No hay comentarios:
Publicar un comentario