Félix Población
Cuando las democracias son de la poca consistencia que la española, y cuando tan poco se ha hecho para avanzar en ella durante casi cincuenta años con la profundidad que requiere un sistema político que sustituyó al de una larga de dictadura de extrema derecha como la del general Franco, es mucho más posible que se den declaraciones de todo punto condenables como las del líder de la actual extrema derecha española en Buenos Aires, al que se le contagió la verborragia tabernaria del nuevo presidente argentino, sin que quepa darles a posteriori un sentido figurado. El grado de degeneración del actual régimen político español no lo evidencia Abascal con sus palabras, sin embargo, incitando al odio y a la violencia ("habrá un momento dado en el que el pueblo español querrá colgar de los pies" al presidente del Gobierno Pedro Sánchez), sino su socio en cinco gobiernos autonómicos del país, Núñez Feijóo, que en lugar de condenar sin paliativos tal inadmisible declaración pública en el país que sufrió una guerra y una prolongada dictadura de extrema derecha atroces, únicamente las condena en la medida en que semejante barbaridad va "en la misma línea de construir muros en España", marcada por el propio Partido Socialista. Al líder provisional del partido que gobierna con Vox en cinco comunidades autónomas debería pedírsele, después del vómito de Abascal, un mínimo de dignidad repudiándolo de modo rotundo y terminante, pero eso sabemos que no puede ocurrir cuando está en juego precisamente el mantenimiento no sólo de esos gobiernos y los de algunos municipios. sino la posibilidad de gobernar igualmente el país. También la sociedad debería reparar en qué tipo de política puede llevar adelante un partido como el de quien se ha sentido llamado a no desentonar en Buenos Aires con quien preside desde ayer aquella república y va a contar en su gobierno con ministros que, como Abascal en España, justifican el periodo histórico más negro de aquel país.
DdA, XIX/5.515
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