Félix Población
Fue en Roma donde discurrió, como es sabido, la segunda etapa del exilio de Rafael Alberti y Teresa León, después de haber vivido en Argentina hasta 1963 y antes de regresar a Madrid en 1977, regreso del que tuve oportunidad de dar noticia, previa conversación telefónica con Teresa León días antes. Fue en Roma donde Alberti presentó la edición en italiano de Sobre los ángeles (Degli angeli), un libro escrito en 1929.
El acto se celebró en una librería de la Via Veneto y contó con la presencia de Pier Paolo Pasolini, el poeta y cineasta asesinado en 1975, que no sólo acudió a la presentación sino que leyó un texto que Alberti trató de localizar hasta el fin de sus días, sin conseguirlo. No fue hasta 2019, veinte años después de su fallecimiento, cuando una investigadora de la Universidad de Salerno, Francesca Coppola, que estaba realizando su tesis doctoral sobre el poeta de Marinero en tierra, lo encontró en un archivo de Florencia. Parte de ese texto, lo inserta María Asunción Mateo en su libro Mi vida con Alberti, de reciente y polémica publicación, que estoy leyendo estos días. Dice Pasolini sobre la obra de Alberti:
"¿Cómo puedes siempre pensar en componer la poesía, incluso la más pequeña, como un himno y si los tuyos son himnos de qué religión? Quizá de una pequeña religión, una confesión, una lucha política, una victoria de los cautivos con pocas buenas esperanzas para el futuro. ¿Cómo puedes ser así, tan fuerte en sustituir una a una las palabras que tienen tanto peso, tanto significado y tanto dolor en nuestra vida, arrancarlas y reemplazarlas con palabras análogas encontradas en nuestro oficio de poeta? ¿Dónde tienes la llave de tu oficio? ¿Cómo puede darse tanta entereza y naturalidad de canto en una naturaleza de poeta (...) en un desnudarse de imágenes que son un desafío de perfección? ¿Cómo puede hacer una serie de poesías a cuál más bella, a suscitar como nuevo siempre los mismo? Sabes que no se pueden leer sin interrupción todas tus poesías porque el entusiasmo repitiéndose siempre igual, llega a ser insostenible".
Tal como cuenta Mateo, el asesinato del cineasta italiano afectó mucho al poeta gaditano, que ya en agosto de 1936 hubo de sufrir otro no menos vil en la persona de su gran amigo Federico García Lorca en Granada, fusilado por las tropas sublevadas. Entonces compuso Alberti este soneto:
Para Elsa di Giorgi
A TI, que eras un ángel
perdido en este infierno sin grandeza de hoy,
te han befado, escupido,
inundado de baba,
te han cobardemente atropellado,
pasado no ya una
sino infinitas rencorosas veces
sobre tu fuerte cuerpo sin defensa caído,
oh hermano mío, gentil,
que para mí tuviste palabras de silencio
y de amor, en los días ya distantes
de nuestro encuentro en Roma,
y que ahora, esta noche,
en esta madrugada de inicial primavera,
vuelves a mí, te siento en el sollozo
de Elsa, iluminado por esa luz del mar,
por esas solitarias arenas que bebieron
toda tu pobre sangre,
tu sangre de poeta,
ya eterna, ya inmortal, desde aquel alba triste.
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