viernes, 3 de noviembre de 2023

CRÓNICA NOVELADA DEL SUMARIO CONTRA HERIBERTO QUIÑONES


Félix Población

Ayer presentó su libro Heriberto Quiñones y veintiuno más, en el Ateneo Obrero de Gijón, la periodista madrileña Carmen Ordoñez. Fue en esta ciudad asturiana donde el militante comunista y agente del Komintern en España encontró la falsa identidad por la que se le conoce, pues cuando llegó a nuestro país en 1930 el nombre que figuraba en su pasaporte era el de Yefin Granowdiski, sin que se sepa a ciencia cierta si tal persona era originaria de Besarabia o de Bucovina. 

Compañero de la comunista mallorquina Aurora Picornell, asesinada por las tropas franquistas en 1937, Quiñones fue fusilado un lustro más tarde, después de haber sido brutalmente torturado, hasta el punto de que hubo de ser llevado por sus propios compañeros de presidio hasta el paredón de ejecución atado a una silla. También se dice que su deterioro físico era tal que sólo pudo imprimir la huella de su dedo índice en la declaración que le obligaron a firmar. La autora de este libro se ha servido del sumario de la causa contra el dirigente comunista para hacer una minuciosa crónica novelada que interesará especialmente a quienes se sientan atraídos por la personalidad de quien fuera el máximo responsable del Partido Comunista en el interior de España en la inmediata posguerra, una época especialmente difícil para cargar con ese cometido. 

Sin embargo, habiendo sido tan duros los meses de su detención y ejecución final, Heriberto Quiñones fue expulsado del PCE, acusado de traidor por su propio partido en el exterior a consecuencia de una supuestas delaciones no comprobadas, sin que faltara también la por entonces habitual acusación de trosquista por no deberse a la línea oficial. Tuvieron que transcurrir muchos años, hasta 1986 y cuando Santiago Carrillo ya no era secretario general y lideraba el partido Gerardo Iglesias, para que fuese  rehabilitado junto a otros militantes que también habían sido difamados. 

El libro de Carmen Ordoñez se inicia con la notica publicada en el diario ABC por la Dirección General de Seguridad el 4 de enero de 1942 para identificar a un supuesto ciudadano hospitalizado, cuya descripción figura en la información, y que sirvió para que la patrona de la pensión en donde se hospedaba Quiñones reconociera a su huésped ante la policía. A partir de esa declaración, en la que la autora se limita a exponer las respuestas de esa señora, Ordoñez estructura su libro, editado hace un par de meses por La Linterna Sorda, en una serie de breves relatos con autonomía propia, entre cuyo personajes figuran los veintiuno que dan título al sumario y al libro. Todos esos relatos tienen un denominador común: cada uno de los veinticinco aporta distintas referencias sobre el protagonista, estando respaldadas todas ellas por la documentación pertinente, que la autora transcribe de modo literal.

Cuando tantas dificultades se siguen sumando a la hora de investigar en la memoria histórica  que está depositada en los archivos de este país, a veces en muy malas condiciones de conservación (Carmen Ordóñez cita a este respecto nada menos que al archivo del Ministerio de Defensa), personas como Heriberto Quiñones continúan estando empañadas por pátinas de leyenda sobre las que es muy meritorio aportar algo de luz con la poca documentación disponible. 

Es de hacer constar que el texto original del Anticipo de orientación política que Quiñones escribió siendo secretario general del PCE en el interior, algo más de 200 páginas manuscritas en las que analiza la coyuntura económica y política  de la inmediata posguerra, está archivado en la Fundación Francisco Franco, a disposición de quienes merezcan su confianza.

     DdA, XIX/5.488     

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