José Ignacio Fernández del Castro
«Están cansados de que los golpeen, cansados de que los acosen, cansados de correr.» Porque, a fin de cuentas, «la limosna siempre es caridad, la justicia requiere cambio» Aminata Sow Fall (Saint Louis, Senegal, 27 de abril de 1941): La Grève des bàttu (1979).
Namibia es un país aparentemente tranquilo… Y ello pese a que su relativamente elevado Producto Interior Bruto per cápita (comparado con el de los países de la zona) apenas puede disimular la segunda distribución de renta más desigual del mundo (tras su vecina y antigua administradora, Sudáfrica), con un coeficiente de Gini[i] de 59.3 según el informe del banco mundial del 2015, apenas corregido hasta el 59’1 en 2022[ii]… Además, Namibia fluctúa entre un 30 y un 40 % de tasa de desempleo[iii] y el país lleva tiempo en una cierta recesión[iv], con su economía fuertemente supeditada a Sudáfrica… No obstante, en lo social, el joven país puede alinearse entre los más libres y democráticos de África, con una Constitución que, por ejemplo, garantiza los derechos, las libertades y la igualdad de trato de las mujeres[v], y con unas autoridades prestas a promocionar y defender los derechos humanos y las libertades civiles[vi]; pese a lo cual, las más de tres décadas de gobierno del mismo partido, el SWAPO[vii], han pasado factura en forma de una corrupción gubernamental de la que todo el mundo habla entre la aceptación resignada y la sensación de mal inevitable…
Pero, claro, en ese reparto tan desigual de la riqueza no es bueno estar ligado al medio rural, tener la piel negra, ser aborigen o ser mujer… Durante el apartheid, bajo a administración sudafricana, las urbes más grandes de Namibia se dividieron entre la "ciudad", donde vivían los “blancos ricos”, y la "ubicación", donde la población negra nativa era obligada a asentarse… La independencia acabó con el apartheid dejando en el olvido la legislación que lo imponía, pero todavía podemos recorrer algunas de esas viejas “ubicaciones”, como Katatura Este (fundada tras la masacre de Old Location en 1959) en Windhoek, para ver cómo solía ser allí la vida, evocada con cierta nostalgia por la amigable solidaridad de sus calles. Buena parte de esos barrios han ido diluyéndose en el magma urbano, pero un ejemplo estupendo para comprobar esa vida es Mondesa, la “ubicación” de Swakopmund, que, por el limitado crecimiento de la ciudad ante la pujanza de la cercana Walvis Bay, sigue perfectamente separada de la ciudad…
La independencia convirtió la precariedad de las viejas edificaciones en tres modelos básicos de dignas construcciones adaptados a las costumbres de de los colectivos ovambo, damara y herero con colegios, centros sanitarios… Pero, aunque el barrio parezca casi una zona residencial visto desde la carretera de acceso sur a Swakopmund, sus calles y espacios siguen siendo de barro y arena, y la proliferación de sus habitantes, por crecimiento vegetativo y llegada de miembros de otras etnias[viii] buscando mejorar su vida en un entorno más urbano ha ido creando nuevos asentamientos precarios, chabolas de chapa sin saneamientos, agua o luz… Y, pese a esa precariedad, uno podrá encontrarse al llegar a Mondesa con la exuberancia del mercado ovambo de alimentos tradicionales (donde podrá degustar el esponjoso fufú namibio, algún biltong o los droewors de carne seca, el omagungu (orugas de Mopane fritas) si es gastronómicamente flexible, y beber un zumo de mahangu (un tipo de mijo)…
Y puede encontrarse en las calles con grupos de niñas y niños ovambo jugando con precarios balones o cometas hechos con bolsas de plástico recicladas que rápidamente convertirán al visitante/observador en espectáculo/observado y, si éste tiene la tentación de dar unos caramelos a quienes se acercan al coche en el que circula, la troupe infantil aumentará rápida y drásticamente hasta provocar la compra de enormes cantidades de chucherías, por un precio irrisorio, en un pequeño quiosco cercano para repartirlas en medio de pequeñas pillerías y grandes sonrisas…
Luego podrá adentrarse en la zona damara para visitar una modestamente hermosa “escuela de artes” construida con materiales reciclados donde a la vez que se enseña el Khoe-Khoe a la infancia damara, lengua que incluye clics o chasquidos, se les enseña a tocar instrumentos, cantar y bailar, se hacen algunas comidas tradicionales y se ofertan artesanías diversas en materiales reciclados hechas por las mujeres más necesitadas del poblado... Podrá acercarse a una lady herero vestida con el cubierto traje típico procedente de la colonización alemana[ix], dedicada ahora a ayudar a las niñas y niños con problemas escolares, para conocer sus costumbres… Y acaso acabar cenando comida típica (Oshifima[x], Potijekos[xi], etc.) en un decoroso restaurante, con espectáculo de cantos corales incluido, para tomar luego una cerveza en el bar amagando algún baile.
En suma, un curso acelerado, bien guiado, por una historia de segregaciones en capas diversas: color de la piel, grupo étnico y, ahora mismo, por poder económico relativo (los mejores terrenos de Mondesa han sido adquiridos por la colonia china que explota el uranio[xii], creando una suerte de área pudiente con servicios propios dentro del barrio (frecuentemente reutilizada, cuando algunas casas quedan vacías por retornos, por estudiantes locales para ahorrar dinero con respecto a un alquiler en la ciudad)… Y una sensación vergonzante de europeo colonizante que, acaso ayer mismo, estaba tomando un lujoso picnic en un catamarán por las aguas de Walvis Bay o en las arenas de Sandwich Harbour.
Porque, más allá de la amabilidad y sonrisas de la gente, uno podrá encontrarse con personas nativas de las más diversas edades pidiendo lo que sea (alimentos, ropa, dinero…) en cualquier gasolinera urbana o de carretera, con otras en actitudes de más que dudosas ventas en las salidas y entradas de las ciudades o montando algún espectáculo para la conmiseración en el sector financiero de la capital… Uno podrá disfrutar de los mercados callejeros de artesanía charlando amigablemente con personas de diversas etnias, pero, en un momento dado, volverá a asaltarle su vergonzante condición de turista cuando, si no compra, alguien le ofrezca una foto con alguna chica himba de cuerpo coloreado por el ocre y pechos descubiertos[xiii].
Namibia, en definitiva, nos deslumbrará con la variada desolación de sus inmensos paisajes y el esplendor de su fauna; pero, si nos sumergimos en su paisanaje, nos situará ante el recuerdo de aquel director del Servicio de Higiene Pública de Senegal, Mour Ndiaye, que, en la novela La huelga de los mendigos de Aminata Sow Fall, encargaba con urgencia a su ayudante, Kéba Dabo, la “liberación” de la ciudad de los mendigos que, desde calles y plazas, dañaban la imagen de un país que empezaba a confiar su crecimiento económico al turismo. Y nos obligará a sentir que la justicia social nunca puede ser sustituida por caridad… Y ocultación. Por mucho que se cree una cierta “cultura de la comodidad” capaz de aceptar la corrupción… Y hasta de invisibilizar a quienes molestan o estorban a quienes manejan el sistema. Entre otras cosas, porque en el sistema de este mundo globalizado cada vez son más los que sobran… Y cada vez tenemos más posibilidades de acabar perteneciendo a alguno de esos “excedentes humanos”.
[i] Medida estadística de la desigualdad en una distribución debida al estadístico y demógrafo italiano Corrado Gini (Motta di Livenza, Treviso, Veneto, Italia , 23 de mayo de 1884-Roma, 13 de marzo de 1965). Es hoy el principal instrumento utilizado para medir la desigualdad en la distribución de los ingresos de un país.
[ii] España, por ejemplo, tenía el 34’6 en ese año 2015 y logró corregirlo hasta el 32’0 en 2022, siendo, aún así, uno de los más desiguales de la eurozona.
[iii] Aunque ya en 2004 aprobó una Ley de Trabajo que protegía a las personas de cualquier discriminación en el empleo derivada del embarazo y el VIH/SIDA.
[iv] La caída de los precios de las materias primas exportadas y una sequía prolongada provocaron la caída del PIB en 2017 y 2018 a la vez que aumentaba el desempleo.
[v] El partido gobernante en Namibia desde su independencia, ha adoptado un "sistema cebra", que establece un equilibrio de ambos géneros en el gobierno y una representación equitativa de las mujeres en el gobierno de Namibia; hasta el punto de que la Primera Ministta es actualmente Saara Kuugongelwa-Amadhila, y la Vicepresidenta del SWAPO y presumible Presidenta del país tras las elecciones de 2024 es la actual Viceprimera Ministra Netumbo Nandi-Ndaitwah.
[vi] Aún con muchos matices: no se permite la libre circulación de las personas refugiadas; existe un notable hacinamiento en las cárceles del país; los actos homosexuales son ilegales y la intolerancia frente al colectivo LGTBIQ+ está muy extendida (aunque la ley no se suele aplicar y figuras relevantes, como el Defensor del Pueblo John Walters o la Primera Dama Monica Geingos entre otros, han pedido explícitametne la despenalización de la sodomía y la homosexualidad y el avance en los derechos LGTBIQ+; la violencia machista está todavía muy presente (por ejemplo, a finales de 2018 una encuesta mostraba que el 32 % de las mujeres de entre 15 y 49 años habían sufrido violencia y maltrato domésticos por parte de sus cónyuges o parejas, mientras el 29,5 % de los hombres consideraban el maltrato físico hacia su esposa o pareja una conducta aceptable…
[vii] La Organización del Pueblo de África del Sudoeste (South West Africa People's Organisation), es la evolución a partido del movimiento independentista (reconocido por Naciones Unidas en 1973 como voz legítima del pueblo namibio en su oposición al dominio sudafricano que se prolongaba contra el decreto de suspensión de la concesión administrativa por la propia ONU en 1966)… Ha gobernado ininterrumpidamente la República de Namibia desde su independencia en 1990, con Sam Nujoma (1990-2005), Hifikepunye Lucas Pohamba (2005-2015) y Hage Gottfried Geingob (2015- actualidad). Con ideología marxista-leninista en el origen, fue moviéndose en el poder hacia el centro-izquierda hasta autodefinirse en el Congreso de 2017 como partido socialdemócrata.
[viii] Los ovambo son la etnia mayoritaria y con mayor poder político formal, incluyendo también la comunidad kwanyama, además de la ndonga, la kwambi, la ngandjera, ña mbalantu, la kwaluudhi, la eunda y la nkolonkadhi; junto a ellos los herero, diezmados por el genocidio del colonialismo alemán, y separados de los himba seminómadas hace unos doscientos años, y relacionados también con la comunidad mbanderu; los San bosquimanos; los nama que también sufrieron el genocidio alemán; los damara; los ¡Xun del Kalahari; los Fwe; o los kavango que constituyen comunidades como la gciriku, la kwangali, la mbukushu y la mbunza.
[ix] La inicial armonía de los herero con los colonizadores alemanes hicieron que estos cubiriesen su servicio doméstico con mujeres de dicha etnia, pero su costumbre de cubrir la piel con una mezcla rojiza de ocre, manteca y hierbas hacía que manchasen cuanto rozaban, por lo que se les impuso un traje que cubriera todo su cuerpo, incluyendo ampulosos sombreros.
[x] Un pap de harina de mahangu.
[xi] Guisos bastante espesos de carne con verduras.
[xii] En Namibia, recordando el uranio que Corea del Norte, en tiempos de supuesta ayuda a la construcción del país tras la independencia, sacaba “bajo manga”, se hecho popular el dicho “Corea y China la misma mierda son”.
[xiii] Los himbas apenas llevan ropa, más allá de un taparrabos y gran profusión de de collares y brazaletes; así que las mujeres suelen llevar, aparte de enrevesados peinados reforzados con barro y el rojizo ungüento que protege su cuerpo del sol, los pechos al descubierto.
DdA, XIX/5.484
1 comentario:
Muchas gracias, por compartirnos.
..salud..
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