Independence Memorial Museum (2014) em Windhoek
José Ignacio Fernández del Castro
«Que al país conocido como el Gigante de África se le atribuyera albergar al pueblo más feliz de la Tierra ya no era ninguna novedad. Lo que seguía siendo confuso era cómo llegó a obtener semejante reconocimiento y, por consenso universal, a merecerlo. Los países aspirantes necesitaban que los rescataran de su estado de aspiración envidiosa, un malestar que provocaba esfuerzos vanos para arrebatarles las coronas de la cabeza. La sabiduría de los ancianos aconseja que es más digno reconocer al campeón cuando su victoria es indisputable y a partir de ahí hacerse un hueco detrás de su liderazgo, antes que quejarse y retorcerse de frustración.» (Inicio del segundo capítulo, “El evangelio según la felicidad”, de la novela Chronicles from the Land of the Happiest People on Earth -Crónicas desde el país de la gente más feliz de la tierra, 2021, del Premio Nobel de Literatura 1986 Wole SOYINKA -Abeokuta, Ogun, Nigeria, 13 de julio de 1934-)
Namibia, es un Estado joven… Su historia, como unidad territorial administrativa, procede, como casi siempre en África, de los intereses coloniales europeos… Fueron, tras algunos acercamientos episódicos de los exploradores del siglo XV, como el portugués Bartolomeu Dias hacia 1486, y las reclamaciones holandesas sobre la actual Walvis Bay de 1793 o la anexión de la colonia del cabo de Buena Esperanza a los territorios británicos de ultramar en 1815, los comerciantes alemanes quienes comenzaron a hacer asentamientos desde 1840 y trataron luego de convencer a un reticente canciller Otto von Bismarck de su anexión como colonia del Imperio alemán, bajo el nombre de África del Sudoeste Alemana desde 1894, ya con Leo von Caprivi en la cancillería… No duraría mucho este periodo pues, tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones deshizo el imperio colonial alemán y ordenó la administración de la colonia a Sudáfrica, lo que, pese a la denuncia de numerosos incumplimientos de ese mandato y la consolidación de resistencias (sobre todo la del SWAPO, Organización del Pueblo de África del Sudoeste, que aparte de la resistencia directa organizaba desde el exterior redes de salud y educación), se prolongaría hasta 1990, con la liberación y la soberanía, tras un lustro de negociaciones (el SWAPO había sido reconocido ya en 1973 como legítimo representante del pueblo namibio) encabezadas por el primer presidente, Samuel Daniel Shafiishuna "Sam" Nujoma… Desde entonces el SWAPO ha ostentado el poder ininterrumpidamente y, aún hoy, mantiene una representación parlamentaria superior al 70%.
Claro que, hablando de resistencias, los alemanes, en una suerte (más bien desgracia) de anticipo de futuros genocidios, masacraron a los hereros y los namas sublevados en 1904, encerrándolos, por decisión del general Lothar von Trotha, sin comida ni bebida en una fortificación, que hoy se conserva vacía, para evitar el olvido, en el centro político y financiero de Windhoek, y en otros campos de concentración… Sólo en esa campaña de exterminio étnico (hoy reconocido por Alemania y “compensado”, en la medida que ello es posible, económicamente) aniquilados entre ocho y quince mil miembros de la etnia herero y unos diez mil namas: en total, los planes genocidas alemanes supusieron, en dos años, la eliminación de entre el 50% y el 70% de la población herero y la mitad de la población nama (junto a la oprobiosa fortificación memorialista de Windhoek la estatua de dos personas, herero y nama, con cadenas rotas sobre un pedestal rodeado de bajorrelieves alusivos a la resistencia les sirven de homenaje). Y no fue mucho mejor en el largo periodo de administración sudafricana (como parte del Imperio Británico) que, aparte, de la explotación directa de recursos (como los diamantes y otros minerales), supuso la creación de “reservas tribales”, como se había hecho en la metrópoli delegada como parte de una política segregacionista radicalizada en tiempos del apartheid; lo que mantuvo activas las resistencias locales.
Mina abandonada en Skeleton Coast
Pese a todo eso, la poco densa población namibia actual (2’5 habitantes por km2, la segunda más baja del planeta, tras Mongolia), con poco más de dos millones y medio de habitantes (veinte veces menos que España) en un territorio de ochocientos veinticinco mil km2 (casi el doble que España), sigue siendo pródiga en grupos étnicos diversos: el de los ovambos, de origen bantú, es el más numeroso (casi la mitad del censo estimado) y el que, desde su control del WSAPO, domina políticamente el país desde la independencia; pero, junto a él, están los propios hereros, los himba, los san, los nama o los damara, que forman la inmensa mayoría de la población… Porque las personas blancas, de origen sobre todo alemán o afrikáner, son apenas el 1’4% de la población, aunque tienen en sus manos buena parte de la floreciente industria turística del presente y conserven los templos religiosos más significativos, como la Christuskirche luterana (supuestamente definida como “Iglesia de la Paz”, en el centro político-financiero de la capital, aún con sus bajorrelieves en homenaje a los soldados alemanes que “lucharon” contra hereros y namas); los “basterds” o población mestiza (los llamados “coloureds” en Sudáfrica) han ido decreciendo hasta un 2’7% aproximadamente del total, mientras se sitúa en torno a un 2% el volumen de la emigración… Existe, no obstante, una convivencia intergrupal caracterizada por la escasez de conflictos interétnicos y generales, pese a tener elevados índices de paro, en torno al 35%, muy concentrados en las etnias autóctonas trasladadas a la ciudad.
Y es que la economía tradicional de Namibia tuvo un fuerte componente agrícola y ganadero, sobre todo en etnias como la herero, que se proyectaba también en actividades pesqueras locales que fueron desbordadas por la irrupción de la industria pesquera española en África a partir del puerto de Walvis Bay, donde hay toda una colonia gallega, y, sobre todo, las industrias extractivas de diamantes primero y luego de uranio, convirtiéndose hoy en uno de los mayores exportadores mundiales de este mineral sobre todo a China; la explotación también de cobre, estaño, zinc, plata, plomo o wolframio), por otra parte, lo convierte en uno de los países con mayor volumen de exportación de minerales no combustibles del continente y del planeta. Eso hace que su balanza exterior sea positiva con el mundo desarrollado y, por el contrario, cuatro quintas partes de sus importaciones provengan de su vecina Sudáfrica, en una inercia de la no muy agraciada historia común.
Hoy, sin embargo, ha empezado a cobrar importancia estratégica central el turismo atraído por una belleza natural todavía ajeno a los desafueros derivados de la masificación y la subyugante fauna inequívocamente africana situada en hábitats totalmente ajenos al tópico de la selva y la sabana. Y podemos afirmar que, como señalara TravelLemming.com en 2020, Namibia bien merece ser considerado uno de los treinta destinos turísticos emergentes más importantes del mundo (la publicación la situaba en el puesto 13 por su relación entre calidad y precio)… Porque nos permite disfrutar de la belleza de la vida que late en la más diversa pluralidad de los inmensos paisajes de la desolación. Y hacerlo en una relativa calma.
Pero esas son otras historias que también habrá ocasión de contar.
DdA, XIX/5.459
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