Félix Población
De Pitágoras se saben pocas cosas. Para mucho escolares seguirá siendo sólo el autor del célebre teorema. Natural de Samos, isla del Egeo, se dice que nació entre los años 570 590 antes de Cristo. La personalidad del filósofo acaparó sobre su biografía una aureola legendaria. Probablemente a esa aureola pertenezca también la noticia de su muerte. Lo cuenta Laercio, según versión de Hermodio: Se regía Cretona, el lugar de su escuela en la Magna Grecia, por un gobierno democrático. La sociedad pitagórica, cuyo objeto era abolir la esclavitud y establecer una comunidad de hombres libres y cultos capaces de gobernarse sabiamente, fue abatida por un tal Clyon, opulento comerciante, vanidoso y engreído (es el mercado, amigos), que había sido rechazado por la escuela. Logró Clyon que parte de la ciudadanía se confabulase contra los filósofos estadistas, acusados de nigromantes, y se inició una cruenta persecución contra ellos. La morada de Pitágoras fue incendiada, y el viejo sabio, antes de escapar sobre un sembrado de guisantes, prefirió dejarse arder para ser consecuente con sus principios de no destruir vida alguna.
Dice C. Brandt que aquel brote de superstición motivó la destrucción de una obra cuyo valor integral desconocemos. Se sabe, con todo, que a partir de Pitágoras los filósofos tuvieron nombre de tales y el universo denominación de Cosmos como concepción del Gran Todo. Según cuenta Orígenes, descubrió Pitágoras el arte de la fisiognomia y rescató para Occidente la doctrina de metempsicosis. Enseñó que el agua se convierte en aire y el aire en agua, la opacidad de la luna, la esfericidad del sol, la armonía de los cuerpos celestes...
La moral pitagórica se basaba en la Equidad (Justicia), que es una armonía entre las acciones del hombre y el universo. El hombre es virtuoso en tanto sus acciones está subordinadas a la inteligencia y en armonía con ella. Decir la verdad y practicar el bien era la norma. La verdad, según Pitágoras, es una camino para llegar al amor. Existía entre los pitagóricos la comunidad de bienes. Vestían de blanco y cultivaban a fondo la memoria. Eran parcos en los placeres venéreos, se los que se abstenían durante el verano. Alternaban los entrenamientos filosóficos con los gimnásticos. La naturaleza y el lenguaje eran para el filósofo griego emblemas de un ideal indivisible que se revelaba al alma por medio del orden físico. Sus discípulos hacían uso de figuras y palabras simbólicas. El triple triángulo y el pentágono eran sus signos de reconocimiento. Algunos autores señalan que la clave de ese lenguaje la detentan en parte ciertas asociaciones de rosacruces que participan en gran medida de las creencias pitagóricas.
Entre las sentencias pitagóricas hay una especialmente significativa: No estregar la silla con aceite. Esto es, evitar lo que ahora llamamos apego a la poltrona. Cada cuatro años los partidos políticos establecen unas listas de candidatos a la representatividad popular en las distintas instituciones. Esas listas suelen lubricarse con el aceite de la fidelidad a los líderes de esos partidos, más que con la capacidad y honradez de las personas. Cada partido establece sus líneas de ortodoxia con el aparato a fin de que no se den sorpresas. A partir de ahí se inicia lo que se llama una carreara política, consistente en permanecer en la silla el máximo tiempo posible, ya sea en Ayuntamientos, Comunidades, Congreso y Senado. En nombre de la representación ciudadana.
DdA, XIX/5.463
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