viernes, 27 de octubre de 2023

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE PABLO IGLESIAS TURRIÓN...EN UN PAÍS COMO ESPAÑA


Manuel Santana

¿Alguna vez han leído u oído a alguien mandar a callar a Felipe González, 27 años después de la salida del Gobierno del que fuera Señor X del terrorismo de Estado de los GAL o de la corrupción de Filesa?

¿Alguna vez han leído u oído a alguien mandar a callar a José María Aznar, 19 años después de que dejara La Presidencia del Gobierno , quien apoyó una guerra contra Irak, basándose en una flagrante mentira que aún no ha tenido consecuencias penales?

¿Alguna vez han leído u oído a alguien mandar a callar a Ana Rosa Quintana, 23 años después de que se supiese que publicó un libro escrito por otro?

¿Alguna vez han leído u oído a alguien mandar a callar a Pedro J. Ramírez, 19 años después de que publicase, en vísperas de unas elecciones generales, que la autora del mayor atentado terrorista cometido en España fuera ETA?

¿Alguna vez han leído u oído a alguien mandar a callar a Antonio García Ferreras, después de que se hiciera público que condicionó la democracia española, publicando información falsa a sabiendas, en connivencia con las cloacas del Estado?

Pablo Iglesias Turrión cofundó un partido en 2014; durante su etapa en la política institucional se presentó a cinco primarias (una para las europeas de 2014, tres como secretario general del partido, y una para su candidatura a la Comunidad Autónoma de Madrid ), no está condenado por delito alguno (no será porque no lo hayan intentado), no ha protagonizado ningún escándalo de corrupción, ha soportado persecuciones, amenazas de muerte, que una horda de neofascistas acampasen durante un año a las puertas de su casa, etc.

Como político, Iglesias fue fundamental en dinamitar el bipartidismo, cuya crisis simbólica dio comienzo con las históricas manifestaciones populares del 15M, provocó un brote de podemización puntual del PSOE, gracias al cual un Sánchez ultravioleta pudo reconquistar el poder contra el sistema mediático y el aparato histórico del partido, e hizo posible el primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia, ejerciendo las funciones de vicepresidente de dicho ejecutivo.

Su abandono de la política institucional contiene la peculiaridad de haber sido uno de los pocos políticos que dimite tras haber mejorado en tres escaños el último resultado de su partido en unas elecciones, al entender Iglesias que, a pesar de ello, no se habían cumplido las expectativas.

Tras esta etapa, se pasa a la comunicación, tarea que intuimos vocacional, y que ya había ejercido en el pasado, creando La Base, un podcast que no tarda en arrasar, obteniendo una audiencia hasta ese momento desconocida en el ámbito de la comunicación política digital. 

Visto el éxito de este globo sonda que fue La Base, funda Canal R(e)D, un canal digital financiado gracias a la suscripción de sus seguidores, que en menos de un año logra alcanzar el éxito obtenido por su matriz, erigiéndose como la referencia en la comunicación política digital de la izquierda en España, y apuntando también a Latinoamérica a través de su filial Canal R(e)D Latinoamérica.

Dicho todo lo escrito hasta aquí, las preguntas emergen solas, pero ruidosas y estridentes en su clamor:

¿Qué lleva al periodismo patrio, si es que tal cosa existe, a exigir el silencio de uno, mientras no sólo no exige el de los otros, sino que busca que hablen los que deberían callar, legitimándoles?

¿Por qué toda opinión de Iglesias es interpretada como una desautorización a Ione Belarra e Irene Montero?

¿Por qué ni uno solo de los que aducen como único argumento que Iglesias aún manda en PODEMOS, de Palomera a Lucía Méndez, de Ada Colau a Vicente Vallés, de Pedro Vallín a Antonio Maestre, entran a intentar refutar una sola de las opiniones emitidas por el exvicepresidente?

¿Qué hace a Iglesias especial, distinto, merecedor de ser condenado al silencio, mientras otros mercachifles dicen y desdicen sin que un solo pseudoperiodista español ose rebatirles su derecho a expresarse?

Tal vez la importancia de llamarse Iglesias...en un país como España.

     DdA, XIX/5.481     

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estupendo análisis

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