miércoles, 11 de octubre de 2023

GUILLERMO RENDUELES: LOS PSICOFÁRMACOS SON A LA LARGA UN PACTO CON EL DIABLO

Muy interesante la entrevista que mi querida Alicia Población hace al psiquiatra Guillermo Rendueles, que rescató el caso clínico de Aurora Rodríguez, la madre internada el hospital de Ciempozuelos después de asesinar a su hija Hildegard Rodríguez en 1933. El caso fue muy mediático en el Madrid republicano y sobre el mismo realizó Fernando Fernán Gómez una película en los años setenta, basada en el libro escrito por Eduardo de Guzmán, que cubrió la información del proceso para su periódico y entrevistó a Aurora Rodríguez. También la escritora Almudena Grandes escribió, basándose en el mismo caso, su novela La madre de Frankenstein, cuya adaptación teatral se puede presenciar actualmente en el Teatro María Guerrero de Madrid. En el podacast de Alicia Población RECORDIS se habla esta vez sobre el más que preocupante asunto de salud mental en nuestros días. Para ello intervienen varios especialistas, con fragmentos de conversación tan dignos de escucha como este con el citado psiquiatra :



-¿Por qué cree que actualmente hay más personas tomando medicamentos psiquiátricos que en el pasado y cómo esto se relaciona con la sociedad actual? ¿Cree que los fármacos psiquiátricos actuales funcionan como una "camisa de fuerza química" que nos impide lidiar con los problemas sociales de manera efectiva? 

G. R.- Los psicofármacos funcionan como prótesis conductual. Igual que un bastón nos ayuda a caminar cuando estamos teniendo problemas, los neurolépticos, los ansiolíticos, los antidepresivos son esa especie de bastones cuando no queremos encontrar una solución cambiando nuestras circunstancias externas o nuestras formas de vida. Son eficaces, como el alcohol, como cualquier droga, tienen un efecto distanciador de la realidad. Igual que con una copa todo te parece más bonito y más alegre, con los ansiolíticos, cuando no podemos dormir, no podemos ir a trabajar o no levantamos cabeza, logramos hacer todas esas funciones. Pero es un pacto con el diablo, a la larga el psicofármaco se convierte en una muleta para siempre. Los grandes consumos de neurolépticos vuelven, de alguna manera, a esa miseria de la vida cotidiana. ¿Qué pasaría si se cerraran las farmacias que los venden? Habría enormes síndromes de abstinencia. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola. Si no hay más solución que los ansiolíticos, si podemos llevar una especie de calmante en el bolsillo para transformar la realidad, es lógico y sensato que los usemos si con ello remite nuestro sufrimiento. Es una especie de elixir, aquello que prometían en la edad media, los bálsamos que servían para todo. Los neurolépticos hoy son esa especie de medicina que vale para todos los malestares.

    DdA, XIX/5.468    

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