César Inclán
¡Lo que nos faltaba, un maoísta en Buenavista!, dijo muy enojado aquel vecino nuestro de asiento, un tipo muy peculiar con aquella pinta y aquella traza que se gastaba lo mismo que "Martínez el facha" (incluso aquel bigotito tan característico no le faltaba), mientras ese hombre miraba incrédulo como si fuera para él un mal sueño ver corretear al jugador alemán Paul Breitner sobre aquel terreno de juego del viejo estadio Buenavista de Oviedo. Sucedió una tarde de mediados de septiembre de 1976 cuando el Real Madrid visitaba aquel día el feudo ovetense. El tal Breitner había nacido tal día como hoy de 1951 en la localidad de Kolbermoor, en el viejo estado de Baviera, y en su ciudad natal empezó a jugar al fútbol antes de triunfar en aquel Bayern de Múnich y en la selección de la República Federal de Alemania antes de fichar en el verano del 74 por el Real Madrid justo después de ganar un recordado Mundial con su combinado nacional (en aquella gran final ante la Naranja Mecánica de Cruyff y compañía marcaría un gol además).
Con su pelo a lo afro, aquel tipo de izquierdas que solía jugar también por la banda izquierda (alcanzó la fama jugando de lateral antes de pasar al centro del campo) era apodado "El Maoísta" a causa de sus ideas políticas (cuentan que más de una vez se le vio con el "Pequeño Libro Rojo" de Mao en la mano y que durante su etapa en España llegaría a donar medio millón de las antiguas pesetas a unos obreros que se encontraban en huelga), razón por la que aquel vecino nuestro de asiento exclamase muy enojado una lluviosa tarde de septiembre, ¡lo que nos faltaba, oíste, un maoísta en Buenavista!
*En la imagen, Paul Breitner, que hoy celebra su feliz cumpleaños, durante aquel partido en el viejo estadio Buenavista de Oviedo.
DdA, XIX/5.435
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