Ceferino Braña Velasco, "Cefe", quiosquero durante cuarenta años. De 60 años de edad, regentaba el quiosco ubicado en la calle Dorado, frente a la iglesia de Santiago. Con una hermana, Margarita y tres sobrinos –los músicos Aarón, Daniel y Pablo Zapico, integrantes del grupo "Forma Antiqva"–, Ceferino Braña era una de las personas más conocidas y apreciadas en Sama. De carácter tranquilo y respetuoso pero mordaz, el quiosco de Ceferino Braña era centro de muchas tertulias a lo largo de la jornada: vendedor de periódicos y gran lector, ante su tienda se hablaba y debatía de prácticamente todo. Braña había colaborado activamente en la Sociedad "La Montera", en la Bienal "La Carbonera" y en los últimos años, en la conservación del archivo histórico de la desaparecida Sociedad de Festejos "Santiago".
Diego Medrano
Murió el kiosquero de Sama, Ceferino, calle Dorado, frente a la iglesia. Iba yo por alli antes de coger el autobús escolar, y aquel hombre siempre estaba leyendo, siete y pico o casi ocho de la mañana. Volvía a las cinco de la tarde y seguía leyendo. Qué compraba yo, no me acuerdo, pitillos sueltos, tabaco, mecheros, alguna revista. Cerró también el kiosco de entrada a la Ruta de los Vinos ovetense, con vinculaciones langreanas, y el de Vallobín que olía a fabada y cocinaban al fondo, y el de Longoria Carbajal, casi templete junto al parking, y el del Alsa, Fontán y varios modestos en el Campillín. Las chicas de la cadena Mas me dicen que no viven del papel sino de las chuches, muchas mañanas y tardes veo despachar 10 y 15 euros en dulces. Ceferino, en Sama, junto a la iglesia, no dejaba de leer. Masticaba palabras. Muchas veces de pie, con la radio puesta, creo recordar. Leia todos los periódicos que vendía, yo creo, y era un buen hombre de papel, de palabras, de tinta fresca y recién llegada, cortada la cinta del lote como aquella propia de confitería. Muere un mundo. Los jóvenes le dan al dedito pero poco a la lectura profunda: "mentes saltamontes", de estímulo en estimulo, de clic en clic, sin parada duradera ni reflexión ni conocimiento, los "analfabetos tecnológicos", siguen diciendo los que saben. Se nota un tío que lee un periódico: tiene un orden del mundo, algo transparente en cualquier charla, sabe lo que pasa y jerarquiza. Muere un kiosquero joven: se apaga una luz de inteligencia social, compartida, popular, noble. Esa bengala de socorro del periódico como mapa urgente actual, contemporáneo, imprescindible. Mi pésame a Forma Antiqua, parientes de Ceferino el kiosquero, con fama y relieve ya internacionales. La letra muere pero algunos no podemos volver atrás. El dedito nos parece casi infantil, aunque lo usamos. La noria seguirá dando vueltas y lo que hoy está abajo, seguro, mañana volverá arriba, y otra vez abajo, y así hasta el final de la propia vida.
DdA, XIX/5.447
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