martes, 5 de septiembre de 2023

LOS ARAÑAZOS DEL AMOR AUSENTE


Jesús Moreno

El día en que murió mi abuelo, a mi abuela el mundo se le quedó vacío. Ese recuerdo me habló anoche al verme caminar solo por esas callejuelas, desiertas a esas horas, que suben al castillo.
Bastante áspera mi abuela -nunca conmigo, se reía conmigo-, siempre fue una mujer de mostrar pocas ternuras (en contraposición a él, emocional y risueño). Pero cuando en aquellos días de ausencia no podía soportar el dolor, todos los dolores -muchísimos dolores al final-, se ponía el reloj metálico de mi abuelo en la muñeca y dormía con él. Nunca vi un gesto de tanta tristeza en nadie: apoyaba su cabeza en ese antebrazo y tocaba la esfera con la palma de la otra mano. Como si aún lo pudiera abrazar, dormir juntos. Y en esa posición amanecía, con la cara arañada muchas veces por los eslabones de la cadena.
El amor tiene que ser eso, rumié casi en voz alta en la oscuridad. Quizá es el modo en que nos hablan los muertos.

DdA, XIX/5.435

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