jueves, 7 de septiembre de 2023

EL SILENCIO COMO ARCA SANTA DE LA COBARDÍA O LA IGNORANCIA


Paco Cano

Decía el Marqués de Bradomín que el silencio es el arca santa del placer. El signo de los tiempos ha ampliado el sentido y ahora también es el arca santa de la cobardía. O de la ignorancia. Diecinueve días, con sus quinientas noches, ha tardado la selección masculina de fútbol en pronunciarse sobre el beso –y el tocamiento de huevos, no olvidemos– que ha hecho temblar las estructuras –machistas y tóxicas– de la Federación Española de Fútbol.

El comunicado, como casi todo lo que llega tarde, llega debilitado. Se entiende que no ha debido ser fácil consensuar un texto que recoja la sensibilidad de los 22 convocados, quienes –perdonen la presunción– no aparentan estar muy acostumbrados a escribir un pensamiento que supere los 280 caracteres.

Se entiende que debe ser difícil aunar lo que piensan al respecto Asensio, Gavi, Nico Williams o el capitán Morata (cuya habilidad lectora quedó en entredicho). Debe ser difícil, o no, ya que cuando no propones una existencia auténtica –como es el caso de Borja Iglesias, Aitor Ruibal, Bellerín o Isco (¡dios, son todos béticos!, ¿cómo es esto posible con un entrenador pinochetista?)–, cuando no propones un pensamiento autónomo, es fácil ser pensado. Que otros piensen por nosotros.

Carvajal, por ejemplo, se ampara en que no le bastan las imágenes para apoyar a Jennifer Hermoso

Dani Carvajal, por ejemplo, se aferra a la equidistancia y se ampara en que no le bastan las imágenes para apoyar a Jennifer Hermoso y más que víctima la ve como una sospechosa que aún no ha denunciado. Bueno, ya lo ha hecho. Dani, chavalote, decía Desmond Tutú que cuando eres neutral ante las injusticias, las torturas y los abusos has elegido el lado del opresor.

Imaginemos cómo se ha debido de pensar el comunicado:

– Oye, no paran de decir que tenemos que salir y posicionarnos sobre todo este jaleo, ¿qué hacemos?

– Mejor nos callamos, ¿no?

– Algo hay que decir.

– Pues entonces lo que todos están diciendo, ¿no?

– Que estamos con las chicas, que esto está empañando el éxito deportivo, que Rubiales no ha estado muy acertado y que condenamos el machismo.

– ¿El qué?

– El machismo, ¿no?

– Por mí, vale.

La tragedia que subyace en el comunicado no es la falta de valentía –allá cada uno con sus cobardías, que todos tenemos muchas– ni la falta de pensamiento crítico, ni que no tengan muy claro qué es lo que están condenando, ni que acepten veladamente la masculinidad perversa que existe en el fútbol y que los condena a extender comportamientos propios de patios de colegio, con sus matones incluidos. La tragedia de la actitud de la selección masculina de fútbol es que todo esto se dé mezclado con su juventud. Si un colectivo cuya edad media ronda los 24 años no es capaz de entender que hubo abuso de poder, que hubo gestos neardentales, que Rubiales debe dimitir, que lo que está consiguiendo la selección femenina es más importante que un Mundial y que todo el fútbol entero, que Luis de la Fuente también debe dimitir, que los andamios de la Federación están podridos de machismo y ponerlo todo por escrito, es que el camino hacia la igualdad y el cambio de valores es mucho más largo del imaginado. Mucho más aún, teniendo en cuenta que este grupo de triunfadores deportivos sirve de modelo para miles y miles de niños. Por suerte, las niñas tienen ahora otros espejos más limpios en los que mirarse. 

En su comunicado, los jugadores escribieron: “El fútbol español debe ser motor de respeto, inspiración, igualdad y diversidad” y “debe dar un ejemplo en sus conductas tanto dentro como fuera del campo”. Si estas no fueran frases hechas y si realmente las entendieran, las creyeran y quisieran, efectivamente, dar ejemplo ninguno habría acudido a la convocatoria y a Dani Carvajal ni siquiera lo hubieran llamado.

CTXT  DdA, XIX/5.437

1 comentario:

Anónimo dijo...

De los más de mil beneficiados por la Ley Montero y más de 100 excarcelados, violadores , pederastas y demás calaña ¿no hablamos?.
Presunción de inocencia señor, no linchamiento que no estamos en el medievo.

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