A esta pintura al fresco, hallada en una pared en una domus de Herculano, la exalta el paso del tiempo y la tragedia vivida por la ciudad fundada por Hércules, según la mitología griega. En ella puede verse un bodegón con higos y un pan. En la actualidad se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN), una cita pendiente de este Lazarillo cuando visitó Pompeya. Los higos han sido a lo largo de toda la historia un alimento muy preciado, pero cabe destacar su consumo en la antigua Roma, donde las higueras eran consideradas un árbol sagrado. Eso es debido a que la leyenda de Rómulo y Remo explica que la loba que los salvó los encontró debajo de una higuera. Esta leyenda seguramente está ligada al liquido lechoso que tienen los higos, relacionándolo con la lactancia de la loba. En cuanto al pan diremos que el de harina blanca era más valorado que el pan moreno, que lo comían pobres y esclavos, llamado "panis plebeius". Como el pan y los higos de Herculano, plasmados en una pintura, no hay parangón. Quien hizo esta obra no imaginaría que sobre ella lloverían los siglos después de sobrevivir a la ardiente lluvia de la lava vomitada por el Vesubio, que a su vez hizo de protectora frente a los siglos y la intemperie.
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