Lazarillo
Lo que este Lazarillo se pregunta, ante entrevistas como la que ha publicado ayer el diario El Comercio, radicado en Gijón, es lo que el redactor o redactora en jefe -como se decía antes- valora a la hora de encargarla y determinar su extensión tipográfica. Como se puede apreciar por las preguntas del periodista, pocas y breves, la interviú no dio mucho de sí, pero sí lo suficiente como para ganar un titular que de seguro no habrá pasado desapercibido a ninguno de los lectores o lectoras del periódico asturiano. A los más viejos porque lo del perro rabioso encadenado parece propio de las calendas nacional-católicas, cuando una comparanza así del maligno Lucifer era propia del contexto al que nos abocó la dictadura y la iglesia católica a su servicio. A los más jóvenes porque, en su mayoría, mostrarán su perplejidad ante el supuesto noticioso de una entrevista en los días que corren a un exorcista se supone que en activo, como si no hubiera otros asuntos de más relevancia para su porvenir nada boyante. Motivado por la popular peli del mismo título, R. Francés le pregunta al deán del cabildo de la catedral ovetense si algún exorcizado o exorcizada se le ha subido al techo. Desconozco cómo pudo el reportero o reportera plantear una cuestión así con un mínimo de seriedad, pero posiblemente sea peor aguantar el despiporre con la respuesta: "No, sí que hay veces...". Ahora que lo más notorio de la breve interviú está en contestar a "¿Cómo llegó a ser exorcista?", como si para ello se requiriese una especial vocación, predisposición o adquisición de conocimientos profesionales. Que don Benito, el exorcista de la catedral de Oviedo, le haya pedido al obispo que no quiere publicidad, no cuadra con esta entrevista en el diario gijonés.
DdA, XIX/5.434
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